Un importante hallazgo de la comunidad científica captó la atención internacional: se encontró un "nuevo planeta" que despierta la curiosidad de profesionales y aficionados del espacio exterior. Se trata de un descubrimiento con el que se venía especulando hace algunos años, pero que ahora cuenta con pruebas más contundentes que ayudan a comprender mejor parte de la formación del sistema solar.
Se trata de la detección de un “Saturno frío” a unos 700 años luz del Sol, anunciada por un equipo científico que usó datos del satélite TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite) de la NASA. Este nuevo planeta gigante gaseoso orbita su estrella madre con un período orbital de 483 días en su caso “c” (y otro planeta “b” en ese sistema con un período de 83 días), convirtiendo al primero en uno de los exoplanetas detectados con año más largo por TESS.
El “Saturno frío” es científicamente importante porque llena un hueco en el conocimiento: los planetas gaseosos muy alejados de estrellas no son fáciles de detectar con métodos tradicionales de tránsito, esto es, observar la disminución de luz cuando el planeta pasa frente a la estrella, dado que esos tránsitos son menos frecuentes y más débiles. Además, al estar tan lejos de su estrella (y por lo tanto a temperaturas más bajas), ofrece claves para entender cómo se forman y evolucionan los gigantes gaseosos lejos de influencias térmicas extremas.
Su descubrimiento marca un precedente en la historia científica. Al menos así lo explica el Dr. Fumi Yoshida, de la Universidad de Salud Ocupacional y Ambiental y del Instituto Tecnológico de Chiba, quien lideró el proyecto: "La presencia de objetos con órbitas alargadas y grandes distancias de perihelio en esta zona implica que algo extraordinario ocurrió durante la era antigua, cuando se formó la amonita". Asimismo, sumó: "Comprender la evolución orbital y las propiedades físicas de estos objetos únicos y distantes es crucial para comprender la historia completa del Sistema Solar".
Cómo está compuesto este "noveno planeta"
Los datos iniciales muestran que este planeta tiene una masa, órbita o composición inesperada, o tal vez varias de esas cosas al mismo tiempo, lo que obliga a los astrónomos a revisar los modelos actuales de formación planetaria. Su posición, velocidad o elementos químicos podrían no coincidir con lo que los sentidos, telescopios y cálculos predicen.
El descubrimiento fue posible gracias a observaciones con telescopios de última generación, combinadas con análisis espectroscópicos y métodos de confirmación cruzada. Los investigadores examinan ahora cómo encaja este hallazgo dentro del panorama general del sistema exoplanetario.
Este planeta ahora se suma a la lista de mundos que obligan a ampliar nuestra mirada del cosmos. No es solo una curiosidad: podría ser la clave para comprender fenómenos ignorados, descubrir nuevas clases de planetas, e incluso replantear conceptos fundamentales de la astrofísica.