La NASA viene siguiendo de cerca un fenómeno que, para muchos, parece salido de una película de ciencia ficción. Se trata de una extraña disminución en la intensidad del campo magnético de la Tierra en una zona que se extiende sobre Sudamérica, particularmente sobre la Argentina, y alcanza también al suroeste de África. Esta región, cada vez más grande y más débil en términos magnéticos, es conocida como la Anomalía del Atlántico Sur (AAS).
Parte del corazón de esa anomalía se ubica justamente sobre el territorio argentino, convirtiéndolo en un punto clave para entender qué está pasando con la protección natural que ofrece el campo magnético. Los últimos registros muestran que el área debilitada creció de manera acelerada desde 2014, alcanzando una extensión comparable a la mitad de Europa. Y, al mismo tiempo, su intensidad continúa en descenso.
Aunque desde la superficie nada cambia para la vida cotidiana, en el espacio la situación es distinta. Los satélites y naves que orbitan la Tierra quedan más expuestos a partículas cargadas provenientes del Sol. Y cuando sus trayectorias cruzan esta zona, como ocurre con la Estación Espacial Internacional, los equipos pueden fallar, reiniciarse o, en casos extremos, sufrir daños permanentes. Por esa razón, los operadores suelen apagar sistemas sensibles antes de ingresar a la AAS.
El geofísico Terry Sabaka, del Centro Goddard de la NASA, explicó durante una conferencia en 2020: "El campo magnético es en realidad una superposición de campos de muchas fuentes de corriente". Según los expertos, es producto del movimiento del hierro fundido en el núcleo externo del planeta. Ese proceso no es completamente uniforme y podría verse afectado por una enorme concentración de roca densa ubicada a unos 2.900 kilómetros bajo África. A esto se le suma la inclinación del eje magnético terrestre, generando este fenómeno que preocupa a los investigadores.
Cómo es la rareza magnética sobre la Argentina
En 2020, un trabajo científico reveló que esta gran región debilitada comenzó a dividirse en dos “núcleos” separados, algo que desconcertó a la comunidad científica. Más tarde, en 2021, mediciones realizadas por pequeños satélites CubeSats confirmaron que la anomalía no solo crece, sino que además se desplaza lentamente. Y en 2024, un estudio nuevo sugirió que incluso puede influir en la forma en que se generan ciertas auroras.
A pesar de lo llamativo del fenómeno, los investigadores no creen que se trate del inicio de una inminente inversión de polos magnéticos, un proceso real, pero mucho más lento, que puede tardar cientos de miles de años. En este sentido, un análisis publicado en 2020 indica que anomalías similares podrían haber ocurrido en la Tierra durante los últimos 11 millones de años.
La misión Swarm, de la Agencia Espacial Europea, detectó variaciones distintas entre la parte de la anomalía situada sobre Sudamérica y la que avanza hacia África. El geofísico Chris Finlay lo resumió de manera contundente: "Está cambiando de manera diferente hacia África que cerca de Sudamérica" y agregó: "Hay algo especial sucediendo en esta región que está causando que el campo se debilite de una manera más intensa".
Mientras tanto, la NASA sostiene que seguir monitoreando el fenómeno es clave para anticipar posibles efectos. Como explicó Sabaka: "Aunque la AAS se mueve despacio, pasa por un cambio en su morfología, por lo que también es importante que la sigamos observando con misiones continuas. Porque eso es lo que nos ayuda a hacer modelos y predicciones", cerró.
