El pasado 30 de mayo se estrenó en Netflix El Eternauta, la esperada adaptación de la historieta argentina más emblemática del siglo XX. La serie, protagonizada por Ricardo Darín en el papel de Juan Salvo y dirigida por Bruno Stagnaro, cumplió con las expectativas: no solo se consagró como un éxito en Argentina, sino que conquistó audiencias en distintos puntos del mundo.
En apenas unos días, se posicionó como la tercera producción más vista de la plataforma a nivel global. En medio de este furor internacional, una pregunta empezó a circular con fuerza: ¿qué significa realmente la palabra "Eternauta"? A continuación te lo revelamos.
¿Qué significa la palabra "Eternauta"?
La respuesta más directa comienza por descomponer el término. "Eternauta" es una palabra construida con intención. Se compone de dos partes: “eter-”, que remite al éter, lo eterno, aquello que trasciende el tiempo, y “-nauta”, del griego nautēs, que significa navegante o viajero. Así, la palabra completa puede traducirse como “el viajero de la eternidad” o “navegante del tiempo”.
Lejos de ser un nombre decorativo, esta construcción anticipa el espíritu de la historia que Héctor Germán Oesterheld escribió en 1957, con ilustraciones de Francisco Solano López. El protagonista, Juan Salvo, sobrevive a una nevada mortal —producto de una invasión extraterrestre— que cae sobre una Buenos Aires reconocible pero distorsionada. Su lucha por sobrevivir, resistir y reencontrarse con su familia lo lleva, literalmente, a convertirse en un viajero a través del tiempo y el espacio. Pero su viaje, a diferencia del de un astronauta, no es elegido ni glorioso. Es forzado, colectivo, doloroso.
Ese matiz es clave. Juan Salvo representa al hombre común enfrentado a lo extraordinario. No actúa solo ni por voluntad propia, sino que se convierte en héroe junto a otros. Como explicó Martín M. Oesterheld, nieto del autor y consultor creativo de la serie, El Eternauta encarna “la épica del hombre común frente a lo extraordinario”. Es una figura que se construye en comunidad, a partir de la solidaridad y la resistencia.
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Este significado simbólico se intensificó con el paso del tiempo. Durante la última dictadura militar argentina, la historieta fue reinterpretada como un alegato político. Oesterheld fue desaparecido por el régimen en 1977, junto a sus cuatro hijas. Desde entonces, El Eternauta dejó de ser solo una obra de ciencia ficción para convertirse en un emblema de la memoria, los derechos humanos y la lucha colectiva. Juan Salvo dejó de ser un personaje individual para representar a todos los que resisten, organizan y enfrentan lo desconocido en tiempos de deshumanidad.