El folklore tiene a un sinfín de bandas y artistas exponentes por todo el país y uno de ellos es el Dúo Coplanacu, conformado por Roberto Cantos y Julio Paz. Las figuras de la música popular realizaron un anuncio en los últimos días que causó todo tipo de reacciones en los fanáticos y colegas del ambiente cultural.
El Dúo Coplanacu se prepara para celebrar un hito: cuarenta años dedicados al folclore santiagueño. Roberto Cantos y Julio Paz encabezarán una peña muy especial este viernes 12 de septiembre, desde las 23, en el Comedor Universitario de Córdoba, acompañados por artistas como Los Manseros Santiagueños, Esquejes, Los Duarte y Jorge Rojas.
Para ambos, el Comedor Universitario tiene un lugar especial. “Hacemos dos o tres peñas por año ahí desde hace 30 años. Cada vez es como la primera”, contó Julio, definiendo lo que será una noche de reencuentro generacional entre quienes los siguen desde siempre y quienes los escuchan por primera vez.
Después de cuatro décadas de escenarios, el Dúo Coplanacu no solo celebra música, sino también historia y público. “Hemos tenido suerte, hemos estado alumbrados”, reflexionó Roberto en la antesala de la peña que promete no solo cantar, sino vibrar en comunidad a través de un género tan tradicional de la Argentina como el folklore.
Cómo se gestó el Dúo Coplanacu, uno de los grupos históricos del folklore
La historia del dúo se remonta a 1985, cuando Roberto y Julio se cruzaron en peñas cordobesas compartiendo una guitarra. “Pegamos onda y empezamos a cantar. Nos gustaba lo que salía, y naturalmente se fue plasmando el proyecto”, rememora Julio.
El nombre del grupo, explican los propios músicos, combina “Copla” con la palabra quichua “nacu” (encuentro, intercambio): Coplanacu simboliza ese ida y vuelta entre copla y público, la reciprocidad, la conexión humana a través del canto. Roberto bromeó al recordar los primeros tiempos: “Al principio costaba, pero el que lo aprendía no lo olvidaba más”. Inspirados por esos momentos sencillos, mantuvieron un repertorio que evoca los patios de tierra de Quimilí y los rituales cotidianos santiagueños, entre escondidos, zambas y chacareras que permanecen vivas en la memoria colectiva.