Diego Armando Díaz no solo lleva en su nombre un homenaje directo al mejor jugador de la historia del fútbol argentino, sino que también tiene una historia de vida y superación que impacta. Su irrupción en el profesionalismo fue tan atípica como inspiradora: sin pasar por divisiones inferiores de la AFA, logró debutar en primera división con Unión de Santa Fe y este martes volvió a hacer historia con un agónico gol ante Cruzeiro por la Copa Sudamericana 2025.
Con apenas 23 años, Díaz empieza a ganarse un lugar entre los nombres propios del fútbol argentino. Nació el 10 de enero de 2002 en Los Frentones, Chaco, bajo un calor de 50 grados. Criado en una casa de barro y en una familia numerosa, trabajó desde muy joven en una carbonería para ayudar a su mamá. Esa dura realidad no lo alejó de su pasión por el fútbol: todo lo contrario, lo impulsó a entrenarse por su cuenta, incluso con elementos caseros como botellas de Fernet o baldosas de cemento.
Este esfuerzo tuvo recompensa. En 2024 convirtió 47 goles en 43 partidos en una liga regional, lo que llamó la atención de varios clubes. Fue Unión de Santa Fe el que apostó por él y lo fichó. Con la dirección técnica de Cristian “Kily” González, se sumó a la pretemporada a prueba y, contra todos los pronósticos, terminó quedándose. Hoy, con 23 años recién cumplidos, es jugador de primera división y autor de uno de los goles más celebrados del equipo en lo que va del año.
Un camino fuera de lo común: cómo es su historia
Diego Armando Díaz nunca hizo inferiores en clubes afiliados a AFA. Su formación fue completamente alternativa, pasando por ligas regionales y entrenando por su cuenta. Su representante actual, Andrés Fernández, lo descubrió en María Susana, Santa Fe, y no dudó en compararlo con Batistuta. “Pateó siete veces al arco y seis fueron al arco”, contó. Su potencia goleadora fue clave para que Unión lo probara y le diera la oportunidad.
Fernández, además de representarlo, lo ayudó a adaptarse físicamente para estar a la altura de una pretemporada profesional. Durante semanas, Diego enviaba videos entrenando con lo que tenía a mano: botellas de cerveza como conos, baldosas de cemento para abdominales. La dedicación fue total. Así, el joven chaqueño pasó de un pueblo olvidado a la vidriera del fútbol sudamericano.
De “El Carbonero” a figura de Unión: cómo está siendo su trayectoria
Su apodo, “El Carbonero”, viene de sus años de trabajo en una carbonería. Así lo bautizó un relator mientras relataba sus partidos en Unión Deportivo Arrufó. Con el Club Atlético Susanense fue clave para que el equipo ganara la Liga Departamental San Martín después de 26 años, con 47 goles en una sola temporada.
Hoy, a sus 23 años, Diego Armando empieza a escribir su propia historia en el fútbol argentino. Su nombre, cargado de simbolismo, ya no es solo una referencia a Maradona: es el reflejo de una carrera construida desde el sacrificio, la humildad y la pasión.