Aumento de la inflación y caída del consumo: Trump apuesta todo a un bluf

Desde la Casa Blanca filtraron que el objetivo no es entrar en una guerra comercial con todo el mundo, sino forzar a los Estados a sentarse a negociar mejores condiciones para EEUU. Pero si los otros gobiernos no ceden, el golpe a la sociedad estadounidense -que viene en gran parte de votar al republicano por razones económicas- será durísimo. 

04 de abril, 2025 | 00.05

Al día siguiente de declararle la guerra comercial a todo el mundo, incluidos sus aliados, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, analizó el derrumbe financiero con el que le respondieron los mercados en los cinco continentes con una analogía médica: "Terminó la operación. El paciente vive, se está curando y el pronóstico es que va a ser más fuerte, más resiliente y va a crecer más que antes". Con la misma tranquilidad y pese a que expertos pronostican un aumento de la inflación y una caída del consumo, fuentes de su Gobierno alimentaron el rumor que crecía entre analistas y redes sociales: la teoría del bluf. La idea no es ir a la guerra realmente, sino obligar a los países a eliminar sus aranceles para los productos estadounidenses. Incluso algunos funcionarios anónimos se animaban a pronosticar que muchos aranceles ni siquiera llegaran a imponerse.

Así negocia Trump desde su época de empresario, como dejó plasmado en su libro El arte de la negociación: amenazar al otro, acorralarlo, humillarlo hasta someterlo...y entonces sentarse a negociar con una clara ventaja. Lo hizo con el presidente ucraniano Volodimir Zelensky hace unas semanas en el Salón Oval de la Casa Blanca junto a su vice J. D. Vance, lo hizo con Gustavo Petro cuando el mandatario colombiano osó a denunciar el abuso y maltrato a sus connacionales deportados y también con el gobierno panameño cuando amenazó con ocupar el estratégico Canal para luego negociar beneficios en detrimento de China. En otras palabras, convencer al otro de que la amenaza es real para correr el arco después en la negociación y abrir la discusión a algo que ni siquiera estaba en la agenda antes. 

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En su discurso de este miércoles, frente a trabajadores del sector automotriz, Trump aseguró que el objetivo de esta pateada del tablero -que bautizó como el Día de la Liberación económica de Estados Unidos- es que las empresas se vuelvan a instalar sus fábricas y plantas en suelo estadounidense y recuperar los puestos de trabajo que la superpotencia perdió por la globalización que él mismo impulsó. Pero si esto fuera así, ¿para qué amenazar con una guerra comercial a otros gobiernos cuando la negociación que quiere abrir es con las grandes empresas? La economista Lara Merling del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR), con sede en Washington, además, propuso otra pregunta: "¿Cuánto tiene que subir un arancel para que a una empresa le resulte más barato cerrar su operación en un país y reconstruirla por completo en Estados Unidos?"

"Trump gana una ventaja sobre los gobiernos extranjeros para negociar una suspensión de aranceles y otras concesiones como pueden ser minerales en Ucrania, reformas políticas y comerciales, o simplemente cambiar la dinámica de poder bilateral", explicó en diálogo con El Destape.  Poco después de conversar con este portal, Javier Milei anunció desde el resort de golf de Trump en Florida que  estaba negociando "adecuar la normativa argentina" para que Washington le levantará el arancel extra del 10% que le habían impuesto a las exportaciones argentinas. La duda, entonces, es a cambio de qué. Su asesor para América Latina, Mauricio Claver Carone lo adelantó: que el gobierno libertario cancele el swap con China, le pague y se libere de esa obligación económica - a expensas de debilitar las pocas reservas que quedan- con la principal potencia rival de Estados Unidos.

La teoría del bluf y los temores en EEUU

Mientras el mundo quedó inmerso en una incertidumbre sobre el presente y futuro del sistema comercial global, en Estados Unidos la duda que crecía con las horas es qué pasará si los gobiernos en todo el mundo, especialmente las grandes potencias como China, India, la Unión Europea, Corea del Sur y Japón, no ceden ante la amenaza de Trump y no aceptan ser arrastrados a la mesa de negociación de inmediato. Este viernes, China ya dejó claro que no se someterá. Anunció un arancel extra recíproco de 34% para todos las importaciones estadounidenses que entran a su territorio.

Horas antes, uno de los hijos de Trump, Eric, había desnudado la estrategia de su padre en su cuenta de X: "No me gustaría ser el último país que intente negociar un acuerdo comercial con Donald Trump. El primer que negocie ganará y el último perderá absolutamente". El presidente argentino le dio RT casi de inmediato para dejar claro que él quería ser el primero.

Pero en la economía estadounidense un acuerdo comercial para eliminar los aranceles de las exportaciones de Estados Unidos a Argentinas es insignificante. Por eso, el apoyo de Milei no calmó las preocupaciones sobre cómo impactará esta guerra comercial en los más de 340 millones de personas que viven en la superpotencia. 

En las últimas horas, la reconocida economista italiana Mariana Mazzucato pronosticó sin dudas que la lluvia de aranceles anunciados esta semana "van a causar inflación en Estados Unidos y van a provocar una caída del poder adquisitivo de los trabajadores estadounidenses". Incluso le puso número: "Se estima que el costo que podría absorber cada familia es de entre 1.700 y 5.000 dólares", sentenció en una entrevista televisiva. Hace sólo unos meses, el consenso entre los analistas políticos de todo el arco ideológico estadounidenses fue que Trump ganó las elecciones y mejoró su votación en prácticamente todos los distritos del país porque una parte significativa de la clase trabajadora reclama una mejor situación económica y sintió que las políticas de inversión pública de Joe Biden no llegaron a sus bolsillos. Hoy no parece haber duda -salvo en el círculo de adeptos trumpistas- que la guerra comercial pegará de lleno en esos mismos bolsillos. 

Merling explicó que mientras los precios de los alimentos no se verían especialmente afectados porque hay producción nacional y mucha importada de México -país que junto a Canadá quedó afuera de la lista negra comercial de Trump-, toda una serie de bienes de uso masivo como vestimenta, productos electrónicos (celulares, computadoras, televisores, entre otros), muebles y autos tendrán un aumento marcado de precio. "Si nos guiamos por cómo se manejan las tiendas en Estados Unidos, van a traducir los aranceles a precios", opinó la economista. Las tasas extras que impuso Trump van desde un mínimo del 10% hasta un máximo del 49%, pero ellas se suman a las que ya existían.

Por ejemplo, le impuso el miércoles un arancel de 34% a los productos de China, que sumado al 20% que ya tenían, lo elevarán a 54%. Estados Unidos importa alrededor de 500.000 millones de dólares en productos de la superpotencia china cada año y es sin dudas la principal fuente de bienes importados en el país. Por eso, el jueves las acciones de las grandes tiendas estadounidenses como Target y Wallmart se derrumbaron, 5,5% y 4,7%, respectivamente. Se trata de dos cadenas de supermercados de comida, ropa y todo tipo de bienes para la casa y las familias, donde compran las familias de clase baja y media-baja.  

"Se da por sentado que habrá inflación si se mantienen los aranceles porque habrá aumentos de precios. Probablemente puede haber una gran recesión y mucha gente va a consumir menos", concluyó Merling, quien además puso en duda que esta estrategia termine generando nuevos puestos de trabajo industriales y un equilibrio comercial con la misma velocidad con que va a deprimir la economía. "El Gobierno espera que pasen muchas cosas que no pueden pasar todas juntas", opinó.

Para la economista, Trump "actúa y hace preguntas después", con lo que no está claro cómo buscará enfrentar la inflación, la caída del consumo y la recesión, aunque en este último caso podría servir para contrarrestar la inflación. Descartó que busque presionar por subas de tasas en la Fed ya que esto atentaría con el objetivo de reubicar plantas y fábricas en Estados Unidos. Una opción, aventuró, podría ser repetir la política de cheques directos a las familias como una forma de estimular el consumo sin intermediarios y con su firma estampada en cada uno de ellos. 

"Estados Unidos está en una posición única en el mundo. Cualquier otro país hubiera entrado en problemas graves con esta decisión, pero la fuerza de Estados Unidos radica en el dólar. Puede imprimir más y pagar más dinero. Es cierto que, si se prolonga en el tiempo, será cada vez más difícil manejar, especialmente si no logra traer de vuelta puestos de trabajo industriales. Pero el dólar aún domina el mundo: todas las instituciones financieras depende de la moneda estadounidense y los países necesitan acumular dólares. Ese es el poder único de Estados Unidos y, claro, en última instancia, la amenaza del uso de la fuerza militar"