El 10 de mayo, cuando todavía resonaban, en Moscú, las palabras vigorosas de la alianza sino-rusa y vibraba en el aire el espíritu triunfal del desfile por los 80 años de la derrota al nazismo, Vladimir Putin planteó retomar las conversaciones de paz con Ucrania, en forma directa y sin condiciones previas.
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La propuesta tenía fecha y lugar: Estambul, el jueves 15 de mayo. Horas antes, en Kiev, cuatro líderes europeos habían sacado un comunicado que parecía más una coartada para ganar tiempo que una iniciativa de paz. “Nosotros, los líderes de Francia, Alemania, Polonia y Reino Unido, nos solidarizamos con Ucrania contra la invasión bárbara e ilegal a gran escala de Rusia. Reiteramos nuestro respaldo a los llamamientos de Trump a un acuerdo de paz y exhortamos a Rusia a que deje de obstruir los esfuerzos para lograrla y acepte un alto el fuego total e incondicional de 30 días para crear el espacio para unas conversaciones sobre una paz justa y duradera”.
Las expectativas de una negociación exitosa se fueron diluyendo a medida que transcurría la semana. El presidente de Ucrania, Vlodomir Zelensky, viajó a Turquía y tuvo un encuentro con su par turco, Recep Erdogan, en la capital, Ankara. En el interín, el ucraniano no dejó lanzar palabras ofensivas contra Rusia, lo que, ciertamente, dificultaban el objetivo diplomático de la misión.
Estados Unidos envió al canciller, Marco Rubio, quien no dejó dudas del interés de Washington en un acuerdo. “Lo dije y lo repito: no hay solución militar para el conflicto ruso-ucraniano. Esta guerra va a terminar mediante una solución diplomática y cuanto antes llegue menos gente morirá y menos destrucción habrá.” EEUU reconoce abiertamente que Rusia ya ha ganado la guerra.
La torta ucraniana
Al parecer todos quieren ser parte del saqueo. En su cuarto mes de gobierno, el republicano Donald Trump ha demostrado estar focalizado en lo económico empresarial de amplio espectro más que en los negocios del aparato militar industrial. Washington –en competencia soterrada con Londres- codicia los valiosos recursos naturales de Ucrania (litio, titanio, grafito, oro, zinc, plomo, níquel y tierras raras).
El pasado 30 de abril, Washington firmó un acuerdo con Kiev con cláusulas blindadas por 20 años que consolida el modelo extractivo y abre la puerta a las grandes corporaciones estadounidenses. A cambio de la “reconstrucción” del país, Ucrania cede su soberanía y los derechos sobre sus riquezas.
Pero en enero de este año, cuatro días antes de que asumiera Trump, el primer ministro británico, Keir Starmer, primereó a su socio norteamericano y también firmó con Zelensky un “tratado de cooperación”. En este caso por 100 años. El pacto coloca al Reino Unido como “socio prioritario en los sectores energético, minerales críticos y producción de acero. Detrás de la escena británica brillan gigantes como BlackRock, la banca Rothschild y el grupo británico ADS (de industria aeroespacial, de defensa y seguridad, fabricantes de Airbus, Rolls-Royce y armamentos como BAE Systems).
Entretanto la guerra sigue con pésimos pronósticos para Ucrania. Las únicos que parecen no querer ver la derrota, además de los altos mandos ucranianos, son los jerarcas europeos. Hace unas semanas, en Budapest, el antropólogo francés Emmanuel Todd, autor de “La caída de Occidente”, dio una explicación.
“Las derrotas llevan a la deslegitimización de las clases dirigentes. Así pasó con EEUU. Hay que ver la victoria de Trump en las elecciones como el resultado de una derrota militar. Si la guerra la hubiera ganado EEUU y su ejército ucraniano, los demócratas habrían ganado las elecciones y estaríamos en un periodo histórico diferente”, especula Todd.
“Por eso nos encontramos en la absurda situación de que los gobiernos europeos -pienso en los británicos y los franceses- que no pudieron ganar la guerra con los estadounidenses, se imaginan que pueden ganarla sin ellos. (…) Creo que sienten que admitir la derrota producirá en Europa una deslegitimación de lo que yo llamo las oligarquías occidentales y que esto podría, como en EEUU, abrir el camino a un cierto tipo de proceso revolucionario o de cambio.”
¿Se llegará a la paz?
No obstante, las intrigas y tensiones, el viernes por la tarde finalmente se encontraron en Estambul las delegaciones de Rusia y Ucrania (esta última vestida con uniforme militar). Fue el primer encuentro en tres años luego de una negociación abortada por Ucrania, bajo la presión de EEUU y el Reino Unido, en marzo de 2022.
La guerra se inició el 24 de febrero de 2022. De inmediato comenzaron las negociaciones para alcanzar la paz. Con fecha del 15 de abril de 2022, también en Estambul, se redactó el “Tratado sobre la neutralidad permanente y garantías de seguridad de Ucrania” con 18 puntos y anexos, donde se precisan muy detalladamente los compromisos de las partes para alcanzar la paz. Hay varias fotos donde se ve a los representantes de Rusia y Ucrania dándose la mano.
Sin embargo, al conocerse el acuerdo el entonces primer ministro británico Boris Johnson viajó de inmediato y sin previo aviso a Kiev para reunirse con Zelensky. Según funcionarios próximos al presidente ucraniano, citados por el diario “Ukraínskaya Pravda”, Johnson le advirtió que “Occidente no estaba dispuesto a avalar el acuerdo”. Luego de este fracaso la guerra ruso-otantista escaló.
Esta semana, según informó el delegado ruso a la prensa, hubo algunos primeros pasos. En este primer encuentro se negoció un intercambio de prisioneros en formato 1000 por 1000. También se acordó que las conversaciones entre ambos países continuarán. Previamente, cada parte presentará en detalle su visión de un alto el fuego. Kiev, respaldado por los europeos, pide una tregua de 30 días para negociar, lo que es considerado por los rusos un pretexto para ganar tiempo y rearmarse.
Otro pedido de Ucrania es que sean los presidentes, cara a cara, los que negocien. Esa demanda es, como mínimo, rara. No existe ninguna negociación donde los más altos mando discutan. Siempre lo hacen las delegaciones y, cuando todo está acordado, aparecen los presidentes para la firma. A esto se suma otro punto problemático y es que el período presidencial de Zelensky concluyó en mayo de 2024 y él no llamó a elecciones porque el país está en guerra. Rusia considera que Zelensky no es legalmente presidente.
Trump, muy apurado por apagar el foco bélico en Europa, escribió ayer sábado, en su plataforma Truth Social: “El lunes a las 10 am hablaré por teléfono con el presidente ruso. Los temas serán detener la masacre que mata, en promedio, a más de 5.000 soldados rusos y ucranianos a la semana, y el comercio. Después, hablaré con el presidente ucraniano Zelensky y, junto con él, con varios miembros de la OTAN”.
La presión estadounidense es mucho pero ¿será lo suficiente?