El último lunes se dio a conocer oficialmente la carta apostólica firmada por el Papa León XIV (su primer Motu proprio), titulada Coniuncta cura. Este documento busca aclarar y organizar las actividades financieras dentro de la Santa Sede, estableciendo con precisión qué instituciones de la Curia son responsables según el principio de “responsabilidad compartida” que se estableció en la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium promulgada por el Papa Francisco en marzo de 2022.
Según el artículo 219 de dicha Constitución, la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa) es la encargada de administrar y gestionar el patrimonio inmobiliario y mobiliario de la Santa Sede, con el fin de proveer los recursos necesarios para que la Curia Romana cumpla con sus funciones en beneficio de las Iglesias particulares. Además, el mismo artículo establece que las operaciones financieras se deben realizar “a través de la actividad instrumental del Instituto para las Obras de Religión” (IOR).
El nuevo Motu proprio, firmado por León XIV el 29 de septiembre, tiene como objetivo consolidar las normativas vigentes y definir claramente los roles y competencias de cada institución involucrada, para que todas trabajen en colaboración. Por eso, también deroga el Rescripto del 23 de agosto de 2022, que regulaba anteriormente la administración financiera y la liquidez de la Santa Sede.
El Rescripto anterior otorgaba al IOR la competencia exclusiva sobre la gestión patrimonial y lo definía como depositario de todo el patrimonio mobiliario del Vaticano y sus instituciones vinculadas. Esto implicaba que todas las entidades con activos financieros en otras instituciones debían informar al IOR y transferir esos activos a este instituto lo antes posible.
En cambio, la carta apostólica Coniuncta cura establece que, para las actividades de inversión financiera, la Apsa generalmente utiliza la estructura interna del IOR, aunque permite que, cuando los órganos competentes lo consideren más eficiente, se recurra a intermediarios financieros en otros países. Esto marca un cambio hacia una mayor flexibilidad en la gestión financiera del Vaticano.
Este ajuste en las normativas busca mejorar la coordinación y eficacia en la administración de los recursos económicos del Vaticano, respetando la distribución de responsabilidades y promoviendo una dinámica de colaboración entre las instituciones involucradas en la Curia Romana.
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La reforma impulsada por Francisco
Cuando Francisco asumió en 2013, uno de sus principales desafíos fue limpiar y ordenar las finanzas vaticanas, afectadas por escándalos y falta de transparencia. Reformó el IOR, creó la Secretaría para la Economía y estableció mecanismos para controlar y ordenar las cuentas.
La nueva medida de León XIV fue recibida con aprobación en general. Una fuente cercana al Vaticano señaló a La Nación que “esto acaba con muchas disfuncionalidades en las inversiones y era lo que decía el papa Francisco, aunque estaba mal expresado en aquella medida que ahora se ha derogado”. Además, resaltó que la reforma se ajusta mejor a la constitución Praedicate Evangelium.
En una entrevista para su biografía, el papa León XIV aseguró que la reforma económica iniciada por Francisco debe continuar. Reconoció que la crisis económica vaticana, agravada por la pandemia y malas inversiones, no es tan grave y destacó la necesidad de mejorar la comunicación entre los órganos involucrados.
“Creo que ya durante el tiempo de Francisco se tomaron medidas significativas para establecer nuevos controles y equilibrios sobre cómo sería la operación financiera, cómo funcionaría. Ha habido algunas cosas muy positivas en ese sentido, por lo que los resultados se están viendo”, afirmó el pontífice, y agregó que “no estoy diciendo que podamos relajarnos y decir que la crisis ha terminado. Creo que tenemos que seguir trabajando en esto, pero no me quita el sueño, y es importante que comuniquemos un mensaje diferente”.
El papa también contó que se reunió con el Consejo de Economía, creado por Francisco para supervisar mejor las entidades financieras, y que coincidieron en que uno de los problemas más grandes ha sido la comunicación interna.