En octubre, la Argentina vivirá una elección clave para su futuro, en la que se renovarán bancas de diputados y senadores nacionales. En la Ciudad de Buenos Aires, la Unión Cívica Radical presentará su propuesta bajo el nombre "Ciudadanos Unidos", una lista que no nace de la improvisación ni del oportunismo, sino de una construcción política seria y coherente que forma parte del armado nacional "Provincias Unidas", impulsado por distintos gobernadores que entienden que el país necesita un rumbo nuevo, basado en el diálogo y el trabajo en conjunto.
Esta propuesta llega en un contexto político marcado por la confrontación permanente. El país se encuentra atrapado en una lógica de extremos: de un lado, el mileísmo, con su impronta autoritaria y la peligrosa tentación de gobernar desde el enojo; del otro, el kirchnerismo, que desde hace años se ha instalado en una oposición destructiva, incapaz de ofrecer soluciones reales y anclada en viejas prácticas que profundizan la división. Esta polarización nos ha llevado a un clima social de violencia política, donde se prioriza la pelea por sobre la construcción de soluciones, y donde los problemas concretos de los argentinos pasan a un segundo plano.
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Frente a este panorama, la Unión Cívica Radical de la Ciudad de Buenos Aires sostiene con claridad que la racionalidad y el equilibrio deben ser el eje de la política argentina. Creemos que gobernar no es gritar más fuerte ni imponer por la fuerza, sino encontrar puntos de coincidencia que permitan avanzar en políticas públicas sostenibles. El consenso no es una muestra de debilidad; es, por el contrario, el camino más difícil pero también el más efectivo para lograr transformaciones profundas y duraderas.
Ciudadanos Unidos nace de esa convicción: la necesidad de ofrecer una alternativa seria, capaz de frenar el avance del autoritarismo de La Libertad Avanza y de evitar que la Argentina vuelva a caer en el espejismo de una oposición sin propuestas. Queremos un país donde la política no sea un campo de batalla, sino un espacio para el encuentro y la cooperación. Donde las diferencias ideológicas existan, pero no impidan construir en conjunto.
En este proyecto, el federalismo ocupa un lugar central. No es una bandera simbólica, sino un principio rector. La Argentina es un país diverso, con realidades, culturas y economías muy distintas según la región. Creemos en un federalismo real, que distribuya recursos de manera equitativa y que escuche las voces de cada provincia. Provincias Unidas es precisamente eso: una construcción política que integra a gobernadores y dirigentes de todo el país con la convicción de que sólo uniendo esfuerzos podremos salir adelante.
La Ciudad de Buenos Aires tiene un rol clave en este esquema. No puede vivir de espaldas al resto del país, ni encerrada en sus problemas propios. Necesitamos una Ciudad integrada, que dialogue con las provincias y que aporte su peso político, económico y cultural a una estrategia nacional de desarrollo.
En ese marco, hay prioridades que no son negociables. La defensa de la salud pública y de la educación pública no son consignas vacías, son pilares de igualdad y movilidad social. Creemos en un Estado presente pero inteligente, que invierta con eficiencia y que garantice derechos esenciales, protegiendo a quienes más lo necesitan sin caer en estructuras burocráticas ineficaces. La producción nacional, en todas sus escalas, debe ser impulsada con políticas que fortalezcan el empleo y generen oportunidades reales. Y no podemos dejar de lado a nuestros mayores: la defensa de los jubilados es un compromiso inquebrantable. No se trata sólo de mejorar haberes, sino de garantizarles calidad de vida, acceso a la salud y respeto por su trayectoria de trabajo.
En este camino, reivindicamos la figura de Martín Lousteau. Su trayectoria, su compromiso con la modernización del Estado y su capacidad de diálogo lo convierten en un referente indispensable para los tiempos que vienen. Lousteau representa una forma de hacer política que combina firmeza en los principios con apertura para escuchar al otro. En el Congreso Nacional, su presencia es garantía de debates profundos y de propuestas que miren hacia el futuro, alejadas tanto de la improvisación como del inmovilismo.
No se trata sólo de ganar una elección; se trata de ofrecer a la sociedad una alternativa confiable, que priorice la paz social, que combata la violencia política y que entienda que el desarrollo se construye sobre bases de estabilidad institucional y respeto democrático. Queremos recuperar la confianza de la gente en la política, demostrar que se pueden hacer las cosas de otra manera y que la Unión Cívica Radical sigue siendo un actor central en la vida democrática del país.
La Argentina no puede seguir atrapada entre los extremos. Es tiempo de que la racionalidad vuelva a ser el motor de la política. Es tiempo de que la unidad no sea un eslogan vacío, sino una práctica cotidiana. Es tiempo de que el diálogo recupere su lugar central.