El doble comando de la estrategia del PRO para la elección porteña

Vincular a Leandro Santoro con el kirchnerismo y profundizar la gestión mediante la resolución inmediata de problemas cotidianos. Dos patas de la campaña del macrismo en la Ciudad a tres semanas de las elecciones.

29 de abril, 2025 | 00.05

La campaña por la Legislatura porteña entra en la recta final. Este martes a las 20 se verán las caras los candidatos cabeza de lista de las 17 propuestas presentadas para la Capital Federal. Lo harán en un debate que, más que debate, será una breve presentación. Cada uno elegirá un tema que sienta representativo, lo comentará en poco tiempo y responderá tres preguntas de un tirón, también bajo el estricto control del reloj.

En campaña, el macrismo se enfrentó a la complejidad de confrontar con un gobierno nacional con el que colaboró desde el día cero. Por eso, el PRO centró sus miradas en Es Ahora Buenos Aires, la lista de Leandreo Santoro. La estrategia del partido amarillo busca ilustrar cómo podría ser la Ciudad si la gobernara el kirchnerismo. Una propuesta que confronta con la de Manuel Adorni, que incluso celebró la posibilidad de perder frente a Unión por la Patria.

El macrismo no quiere que se olvide el vínculo de Santoro con el peronismo porque, entiende, el candidato porteño logró presentarse como un dirigente progre y moderado que nada tiene que ver con administraciones nacionales anteriores. Por eso, cada tanto intentan recordarle a los porteños sus fotos con dirigentes del extinto Frente de Todos. Sin descuidar la otra pata de la campaña amarilla, que es la gestión.

En algunas piezas audiovisuales o propuestas de campaña, el macrismo se encontró con un problema que tienen todos los oficialismos que van a elecciones: prometer y recibir, como respuesta, la famosa frase de “lo podrías haber hecho antes”. El ejemplo más concreto es el compromiso para bajar impuestos.

“Nosotros planteamos al PRO como un movimiento constante de transformación. Esa transformación implica proponer cosas que hasta ahora no hemos hecho ni nosotros mismos” producto del dinamismo de la realidad y las problemáticas cambiantes, como pueden ser los cuida coches (“trapitos”) o personas en situación de calle (que, según datos aproximados, más que se duplicaron en los últimos dos años).

“Lo que vamos proponiendo está enmarcado dentro de la tónica que tiene el PRO de atacar los problemas, generar soluciones, cuidar a Buenos Aires y realmente pensar en lo mejor para la Ciudad y no a la Ciudad como un trampolín o como un trofeo para disputar poder”, dijo alguien que conoce la dinámica interna.

En campaña, además, hay una mayor predisposición a la escucha, tanto a favor como en contra de las propuestas, pero ninguna de las hechas por el PRO en estas semanas, se explicó, va a contramano de lo gestionado en estos 17 años, sino que son “profundizaciones de una dirección” establecida hace tiempo.

La estrategia amarilla consta, de forma simplificada, de dos patas. Por un lado, la de vincular a Santoro con el kirchnerismo y generar temor por el avance del peronismo. Por el otro, potenciar la gestión. Según datos manejados por el oficialismo porteño, Jorge Macri mejoró mucho en su imagen positiva y se encuentra segundo, por debajo de Fernán Quirós, el siempre bien ubicado ministro de Salud. También se regeneró la de Mauricio que, después de su paso por la Presidencia, quedó resentida. En el PRO no están dispuestos a mandar a la calle a dirigentes con mala percepción, por lo que su presencia activa obedece a una aceptación favorable de la sociedad.

La solución de los problemas es la campaña silenciosa del macrismo. Martes, jueves y sábados, entre mil y mil quinientas personas salen a las calles para dialogar con los vecinos. Militantes, candidatos, funcionarios y dirigentes se mueven por la Ciudad para dedicarles tiempo de calidad, anotar problemas inmediatos y darles soluciones en el instante. Principalmente, están enfocados en reclamos cotidianos como los referidos a luminarias, veredas, limpieza, árboles y otros arreglables en el momento.

A diferencia de la etapa encabezada por Horacio Rodríguez Larreta, en este caso no inician un proceso administrativo que brinde una solución a la semana sino en el mismo momento, mediante un llamado telefónico al funcionario correspondiente. En el primer mes de campaña, ya se habían contactado a casi 50 mil personas, entendiendo el “contacto” como un momento de escucha, y no de una visita fugaz de breves minutos para sacarse una foto. El dato no es menor, porque cinco decenas de ciudadanos son casi dos puntos en una elección.

El problema principal de los porteños está centrado en el metro cuadrado que, deteriorado, también genera mayor sensación de inseguridad. En este contexto, la semana pasada, la Ciudad destacó abiertamente el funcionamiento del sistema de Tótems. Se trata de unas torres ubicadas en algunas esquinas y que poseen un botón para contactar a la persona víctima de la inseguridad con la policía.

Esta medida fue cuestionada por, por ejemplo, el larretismo, convencido de que al porteño estas iniciativas no le generan tranquilidad sino que prefieren tener al policía en la esquina, verlo y charlar con él. Para Uspallata, cualquier herramienta que sume para generar un ambiente más amigable aporta y, lejos de lo que puedan pensar otros, ésta en particular no tuvo un rechazo uniforme.