Mientras el Gobierno nacional sueña con que Tierra del Fuego se convierta en un parque de diversiones turístico y desmerece el trabajo que hacen día a día miles de operarios en fábricas de la isla, las familias de Río Grande viven un momento de angustia y desconcierto por las consecuencias que traería a la ciudad la baja de aranceles a celulares importados.
Desde que el vocero presidencial, Manuel Adorni, anunció en modo campaña electoral la baja de impuestos del 16 al 8% a la llegada de smartphones, varios medios de comunicación se colmaron de cálculos sobre cuánto menos -supuestamente- costaría comprar un iPhone de alta gama. Sin embargo, poco se difundió el drama de los habitantes de la ciudad más industrializada de una provincia que provee al mercado interno el 98% de los televisores, los microondas, los aires acondicionados y, también, los celulares. Junto con Ushuaia, son los dos distritos donde más se fabrican electrodomésticos y aparatos electrónicos.
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“Si fuera pibe diría ‘bueno, cerraron la fábrica, en algún lado voy a enganchar otra cosa’, pero no, tengo 55 años, me quedaría afuera del sistema”, dijo Fernando Álvarez a El Destape. Con sus dos décadas trabajando en Electrofueguina, una empresa que provee a Frávega desde su planta de Río Grande, Fernando conoce como pocos -o como casi cualquier vecino de la ciudad- la relevancia de las tareas dentro de las fábricas.
“Acá no se ensambla, acá se fabrica. Llegan los componentes, se transforman en un equipo y sale un electrodoméstico. Mucha gente habla desde el desconocimiento, sin saber, sin venir acá a conocer cómo es el proceso productivo”, dijo, con orgullo.
Pero también conoce como pocos -o como casi cualquier fueguino- que un maremoto de productos importados baratos podría afectar los 8.500 puestos de trabajo directos y otros 7.300 indirectos que existen en la provincia, según datos de la Asociación de Fábricas Argentinas Terminales de Electrónica (AFARTE). “Estamos con incertidumbre y miedo. Ya hemos pasado por situaciones malas, pero no que se quiten los aranceles. La competitividad se volvería obsoleta, no hay forma de competir con grandes empresas de China, Corea y esos gigantes”, cuestionó.
Del auge de la ciudad al miedo del cierre
Fernando nació en 1970 en Río Grande, dos años antes de que se instaure el Régimen de Promoción Industrial de Tierra del Fuego, una iniciativa que dio beneficios fiscales y aduaneros para actividades del rubro en la isla. Desde entonces, el PBI de la provincia pasó de 0,3% a casi 1%, mientras que la población pasó de 13 mil a 180 mil, de las cuales 100 mil viven en esta ciudad.
“En los años ‘80 la gente empezó a llegar. En el aeropuerto había personas con carteles con avisos de trabajo en las fábricas, los mandaban a buscar personal ahí”, contó Fernando. Él describió Río Grande como “un crisol de razas” de argentinos oriundos de distintas provincias, que llegan atraídos por las oportunidades que se dan dentro -y fuera- de las fábricas. “Tenes gente de todos lados de Tucumán, Cordoba, Salta, Mendoza…”, señaló y situó al año 2009 como el “mayor auge” que tuvo la ciudad.
Como muestra de una población atravesada por su polo industrial, Fernando afirmó tener “muchos conocidos y amigos” que trabajan en el sector y dijo tener incluso casos dentro de su familia. “El hijo de mi señora trabaja en Solnik, una empresa que hace celulares, televisores y aires acondicionados”, detalló. Pero la preocupación también está en aquellos que están por fuera del circuito electrónico y de línea blanca, como es el caso de su cuñado.
Una decisión que afectaría a un conjunto
"La situación para todos es compleja y nos preocupa. Muchos quizás no saben la relación que tiene esto con una persona que cuida un nene o que cuida una casa. Todos los trabajos se podrían ver afectados. Lo que uno ve en las aulas, en la universidad y el profesorado, es preocupación”, indicó Esteban Rodríguez, historiador y docente de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTF).
El historiador destacó el rol geopolítico que tiene poblar y fomentar el crecimiento de Río Grande, la ciudad argentina que más cerca está -600 kilómetros- de las Islas Malvinas. "Estamos acá haciendo patria, haciendo crecer al país, con un costo de vida que es altísimo. Aquellos que atacan nuestro régimen no saben cómo es vivir en el sur, ni cómo es vivir condicionado por el capricho de un gobernante", planteó.
Además de advertir que durante el gobierno de Javier Milei la actividad "se está frenando” y que se siente “un parate” en el sector industrial, también alertó por la “huida de docentes de universidades y de médicos de hospitales”. “Este ataque va a tener una consecuencia directa en nuestra población, incluso de profesionales que pueden llegar a la isla a trabajar”, sostuvo.
La respuesta de los gremios
En este contexto, dos días después de que el Gobierno anunciara su intención de eliminar impuestos a celulares importados, todos los sindicatos de Tierra del Fuego se abroquelaron para rechazar la iniciativa y lanzar un paro que frenará totalmente la provincia el próximo miércoles 21.
“Estamos ante una responsabilidad histórica. No permitiremos que más de 45 años de desarrollo y lucha en Tierra del Fuego se desmoronen por decisiones unilaterales que responden a intereses ajenos a los de nuestra comunidad”, expresaron en un comunicado firmado por la CGT regional Río Grande, Petroleros Privados, ATE, Luz y Fuerza, Químicos y Petroquímicos, judiciales, seguridad privada y docentes.