Parece ser que la búsqueda por la fuente de la juventud terminó, y sorpresivamente tiene a ratas calvas como protagonistas. Un reciente estudio publicado por la revista Science reveló que en el ADN de estos roedores se encuentran partículas que ayudarían a la longevidad del ser humano. Los mismos desarrollaron un mecanismo de reparación, que los vuelve fuertes contra el cáncer, el deterioro del cerebro y la médula espinal y la artritis.
El estudio fue llevado a cabo por científicos de la Universidad Tonji de Shanghái, quienes se centraron en analizar cómo se repara el ADN, un proceso natural que ocurre dentro de las células del cuerpo humano. Cada vez que las cadenas de ADN sufren daños, el organismo activa un mecanismo que utiliza otra cadena intacta como modelo para restaurar la parte afectada.
La investigación puso el foco en una proteína clave dentro de ese sistema de detección y reparación de daños: la c-GAS. Esta proteína se produce cuando una célula detecta un daño genético y cumple varias funciones. Sin embargo, en los seres humanos, los científicos observaron que c-GAS puede interferir en la reparación del ADN, dificultando la correcta unión de las cadenas. Según los investigadores, esa interferencia podría favorecer el desarrollo de cáncer y contribuir al envejecimiento celular.
Lo sorprendente del estudio fue que, en las ratas calvas, la misma proteína actúa de manera opuesta. En lugar de entorpecer la reparación, ayuda al organismo a mantener el ADN intacto, favoreciendo la estabilidad del código genético y protegiendo las células del deterioro. Esta diferencia podría ofrecer pistas sobre los mecanismos biológicos que explican por qué algunas especies envejecen más lentamente o presentan mayor resistencia a enfermedades como el cáncer.
¿Qué dijeron los expertos al respecto?
Gabriel Balmus, profesor y científico especializado en la reparación del ADN y el envejecimiento de la Universidad de Cambridge, aseguró que este descubrimiento es "la punta del iceberg" para comprender el comportamiento celular de los animales y de esa forma explicar el por qué de su longevidad. "Se puede pensar en el c-GAS como una pieza de Lego biológica: tiene la misma forma básica en los seres humanos y en las ratas calvas, pero en la versión de las ratas topo desnudas se han invertido algunos conectores, lo que le permite ensamblar una estructura y una función completamente diferentes", explicó.
En este sentido, sostuvo: "Este hallazgo plantea preguntas fundamentales: ¿cómo reprogramó la evolución la misma proteína para que actuara a la inversa? ¿Qué cambió? ¿Se trata de un caso aislado o forma parte de un patrón evolutivo más amplio?". Y por último hipotetizó: "Creo que si pudiéramos aplicar ingeniería inversa a la biología de la rata calva, podríamos aportar algunas terapias muy necesarias para una sociedad que envejece".
