En un mundo donde los efectos del cambio climático se hacen cada vez más evidentes, una científica argentina emerge con fuerza en el escenario global. Sandra Díaz, la ecóloga cordobesa que acaba de ser galardonada con el prestigioso Premio Tyler 2025 e incluida en la lista de las 100 personas más influyentes de la revista Time, se convirtió en un faro de conocimiento y conciencia ambiental.
Nacida en Bell Ville, Córdoba, Sandra Díaz es investigadora del CONICET y docente en la UNC. Su reciente Premio Tyler, considerado el "Nobel del Medio Ambiente", no es el primer reconocimiento que recibe.
Su trabajo pionero en ecología ya había sido destacado por la revista Nature en 2019, cuando la incluyó entre las 10 científicas más importantes del año. Ahora, su inclusión en la lista de Time junto a figuras como Elon Musk y Claudia Sheinbaum confirma su lugar entre las mentes más influyentes de nuestro tiempo.
La ciencia que desafía al negacionismo climático
En un contexto político en el que el gobierno de Javier Milei expresó ya en varias oportunidades su escepticismo sobre el impacto del hombre en el cambio climático, las investigaciones de Díaz adquieren especial relevancia. "El avance del negacionismo climático es extremadamente peligroso para nuestro futuro compartido", advierte la científica.
Sus estudios demuestran cómo la actividad humana está alterando los ecosistemas de manera irreversible, con consecuencias que ya podemos ver en los incendios forestales en la Patagonia y las olas de calor récord en Córdoba.
El aporte científico de Sandra Díaz: "Diversidad funcional"
El gran aporte de Díaz a la ciencia ambiental es su teoría de la "diversidad funcional", que va más allá del simple conteo de especies. "No todas las plantas —ni todos los seres vivos— aportan lo mismo al ecosistema", explica. Algunas especies cumplen roles únicos en la regulación del agua, el almacenamiento de carbono o la protección del suelo. Cuando estas desaparecen, todo el sistema colapsa.
Este enfoque innovador quedó plasmado en su "Espectro Global de la Forma y Función de las Plantas", la primera base de datos mundial sobre estos rasgos funcionales. Su trabajo cambió para siempre la forma en que los científicos miden y entienden la biodiversidad.
Uno de los conceptos más poderosos de Díaz es su visión de la naturaleza como un "tejido de la vida", donde los humanos somos solo un hilo más. "Estamos inseparablemente entrelazados con el resto de la vida en la Tierra", afirma. Esta perspectiva desafía la visión tradicional que separa a la humanidad de los ecosistemas y justifica su explotación sin límites.
Más allá de sus investigaciones, Díaz destaca por su compromiso con la divulgación científica. "La ciencia no puede quedarse en el laboratorio", sostiene. Por eso dedica tanto esfuerzo a explicar cómo nuestras decisiones cotidianas —desde lo que comemos hasta cómo nos transportamos— tienen impacto global.
La advertencia de Díaz: "Nos quedan 10 años para actuar"
La científica es clara: "Si perdemos esta década, perderemos oportunidades para siempre", expresó recientemente en una entrevista en Radio con Vos. Frente a discursos que priorizan la ganancia económica sobre la vida, ella insiste en que proteger la naturaleza es protegernos.