En el cruce entre Paraguay y Paraná hay un espacio que hace apenas meses está abierto y ya mejoró la vida de 12 sobrevivientes de trata: 6 que trabajan por la mañana y otras 6 por la tarde/noche. En el lugar que alguna vez fue ‘La Esquina de Aníbal Troilo’, ahora hay otro que le debe su nombre también a la tradición tanguera y a Julio Sosa: "Che Papusa", pero que además es refugio. Fue creado gracias al empuje de la Asociación Civil ‘Madres Víctimas de Trata’ (MVT), que busca constantemente herramientas y recursos para que las víctimas de este delito (catalogado como ‘explotación sexual’ y/o ‘tortura’) puedan salir adelante porque “las chicas necesitan comida, ropa y abogado”, repite insistentemente Margarita Meira, activista de MVT, a El Destape.
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El restaurante tiene desayuno, almuerzo, merienda y cena y por ahora rinde para pagar los gastos del local y los sueldos de quienes trabajan ahí pero falta y mucho: “Necesitamos que la gente que quiera delivery o hacer algún evento nos contacte”, comenta. Funciona de lunes a sábado de 8 a 23 un lugar con comida casera, abundante y con precios accesibles.
‘Madres Víctimas de Trata’ es, como describe la página oficial de la Asociación, “una organización sin fines de lucro, autogestionada y autónoma que se desenvuelve sin condicionamientos de ningún tipo a través del trabajo de sus voluntarios, aportes personales, donaciones, imaginación y solidaridad” que se gestó en la década del ‘80 como comedor, mutó a hogar para víctimas de trata en los ‘90 y se oficializó como ONG en el 2015: “La sede de Madres era mi casa, alquilé ahí 40 años y en 1988, cuando fueron los atropellos a supermercados con Alfonsín, armamos el comedor con Susi -su hija, secuestrada y asesinada por una red de trata en 1991- pensando que en democracia iba a calmar el hambre”, rememora.
A pesar de los vaivenes económicos, lograron seguir adelante, pero hoy más que nunca se les dificulta sostener lugares como ‘Che Papusa’, como así también el comedor/hogar en el que alojan a las víctimas que rescatan, que suelen tener entre 14 y 20 años de edad.
Los rescates en sí están parados porque el hogar está repleto y no tienen dónde llevarlas: “Estoy frenada a rescatar más pibas porque no tenemos espacio. Cuando uno rescata a una chica necesita psicólogo, psiquiatra, médico y contención”, detalla Margarita, a la vez que agrega: “Buscamos insertarlas laboralmente para que se independicen, pero es difícil que una víctima trabaje porque ellas necesitan curarse y a veces les lleva 5, 6, 7 años ¿Qué le damos a esas chicas? ¿Un sueldo de pensión por discapacidad?”.
Además, ‘Madres Víctimas de Trata’ lleva adelante procesos judiciales por trata de personas en Córdoba, Tucumán, Chaco, Chubut, Santiago del Estéro y Buenos Aires, lo que conlleva gastos de traslado, alojamiento, comida e incluso de matricula para quien las representa legalmente, que tiene un costo de $1.300.000 por provincia. Eso sin tener en cuenta la lentitud de la justicia, que suele tardar en tomar una decisión por este tipo de delitos entre 5 y 10 años.
Margarita Meira recibió en el 2018 el ‘Premio Internacional La Donna dell´Anno’ (Premio Mujer del Año) en Italia por su trabajo contra la explotación sexual de las niñas y mujeres. Además, en noviembre del 2022, MVT fue reconocida de ‘Interés para la Promoción y Defensa de los Derechos de víctimas y sobrevivientes del delito de trata de personas’ por la Legislatura Porteña y un año después ganó el ‘Premio Raquel Liberman’ en su 7ª edición, condecoración que da el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a proyectos sociales que promueven y protegen los derechos de las sobrevivientes de situaciones de violencia contra las mujeres.
Pero nada de eso les trae ganancias económicas, como si premiarlas sin brindarles ningún tipo de ingreso pudiera ayudar en algo a las víctimas. De hecho, el año pasado participaron del Consejo Federal contra la Trata que se reunió en Córdoba, donde se sorprendieron al escuchar las sumas millonarias que dicen invertir en la protección de las víctimas: “En 20 años es la primera vez que nos invitan. Lo único de lo que hablaban era de cuánto le correspondía a cada provincia de ese dinero, nadie habló de las víctimas, aparentemente las víctimas no le importan a nadie, no tenemos ayuda, el dinero que mencionaban no sabemos a dónde va”, denuncia Margarita.
Previo al nacimiento de ‘Che Papusa’, las víctimas de trata rescatadas por MVT trabajaban en ‘A los bifes’, lugar ubicado al lado del casino de Puerto Madero que pertenecía al Estado y era alquilado por la Asociación: “De un día para el otro nos desalojaron y las chicas se pusieron muy mal porque se quedaron sin trabajo, sin nada, algunas viven en ‘Madres’, o sea que no pagan alquiler, pero otras pagan alquiler, ya se habían medio independizado y que las dejen así en la calle es terrible”, recuerda Margarita.
La activista aún no entiende a qué se debió el desalojo: cumplían con los impuestos y el alquiler, tal como se había pactado, pero a pesar de que “se pagaba buena plata, querían más y aparentemente no querían nuestro dinero”, relata.
No era la primera vez que la Asociación sufría un revés: a principios del 2021 quisieron desalojarlas de la casa de Margarita, ubicada en el barrio porteño de Constitución, que hace más de 30 años se volvió comedor, sede de MVT y hogar de víctimas de trata. Les exigían 10 millones de pesos (2 millones de seña y 8 millones para la compra) para poder quedarse en el lugar, dinero que no tenían. En la previa del Día Internacional de la Mujer, Santi Maratea lanzó una colecta a través de sus redes sociales para ayudarlas y, con un pedido mínimo a cada seguidor de 40 pesos, el influencer logró conseguir el monto.
Maratea no fue el único que ayudó a MVT: un empresario estadounidense, donador anónimo al que Margarita menciona como ‘Richard’, las ayuda cada tanto y una de las últimas veces lo hizo para que pudieran pagar los gastos de un año del hogar/comedor, pero Margarita tenía otros planes: “Con ese dinero compramos materiales y, a pulmón, hicimos tres piezas arriba y un baño en la terraza”, cuenta sonriente.
Con ‘Che Papusa’ no pasó lo mismo: “Fue un logro; la abogada vendió su auto, vendió todo para poder hacer que las chicas vuelvan a trabajar y todos pusimos una parte; le pedimos ayuda al Estado y no la dan, no tenemos absolutamente nada, así que la seguimos remando”, explica Margarita.
Hay cientos de motivos por los que les urge hacer crecer más ‘Che Papusa’ para continuar sosteniendo el comedor/hogar y ampliarlo: “No queremos un hotel ni queremos un refugio que le da el Estado, que es tenerla encerrada en una pieza; eso no es bueno para las chicas, necesitan cocinarse, comer lo que quieren, no que le den una bandejita de comida fría o que las pongan con víctimas de violencia, cortadas, golpeadas o con niños menores”, puntualiza Margarita.
Ir a comer al bar no es la única forma de ayudar: se puede contactarlas a través de Facebook (Madres Víctimas de Trata) e Instagram (Madres Trata), donde tienen una cuenta de banco para recibir donaciones (Alias: SUMATE.MVT.PESOS): “Si se asociaran con 500 pesos por mes, ojalá puedan poner más, pero con 500 pesos que cada uno deposite, nos hacen un gran favor”, cierra.
Línea 145. Atención telefónica gratuita, que funciona las 24 hs., los 365 días del año, para recibir información, solicitar asistencia y denunciar casos de trata y explotación de personas.