Llenar de libros las paredes de la cárcel de Devoto: protestan en defensa del derecho a estudiar

Bullrich atacó el programa universitario en cárceles. El Destape recogió la historia de personas que estudiaron mientras cumplían su condena y docentes del programa UBA XXII. Cómo cambiaron sus vidas y el efecto positivo en el resto de los presos. 

13 de abril, 2025 | 13.10

Este fin de semana, sobre la calle Bermúdez, entre Nogoya y Pedro Lozano, decenas de mujeres hicieron fila para ingresar en la cárcel de Devoto. En sus bolsas de tela y mochilas, se podían observar varios paquetes de comida. A lo lejos, entre hojas otoñales, se veía a un joven en alpargatas que iba dejando una estela de libros sobre las paredes del penal.

El colectivo Teatro Carnero convocó a liberados, familiares, vecinos y organizaciones sociales para llenar de libros el muro del penal para repudiar la medida dispuesta por parte del Ministerio de Seguridad de Nación, a través de "la resolución 372/2025 que dispone la inhabilitación del funcionamiento de centros de estudiantes en el ámbito de Servicio Penitenciario Federal (SPF) y la prohibición de la permanencia de personas privadas de la libertad en espacios educativos fuera del horario de clases asignado". 

Gentileza Natalia Castro

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Esta medida afecta a los dos Complejos Penitenciarios Federales de Ezeiza, de hombres y mujeres; y el Complejo Federal de Devoto. Por otro lado, el complejo de Marcos Paz se encuentra sin dictado de clases desde que el presidente Javier Milei intervino la Universidad de Madres de Plaza de Mayo, la universidad que llevaba adelante esta tarea en esa unidad.

El espacio es político

En el penal de Devoto se dictan las carreras de Derecho, Psicología, Sociología, Ciencias Exactas y Filosofía, y en contraste con otras instituciones, estos centro de estudiantes realizan también tareas no docentes como la coordinación de los espacios y hasta la limpieza de los espacios. “Al destruir el centro de estudiantes, les pasa las funciones al sistema penitenciario federal quien desconoce las tareas a realizar. Sin centros de estudiantes, no se puede estudiar”, explicó Rosana Locascio.

Rosana es abogada, y profesora adjunta regular del Departamento de Derecho Penal y Criminología, y del Programa de Educación en Contextos de Encierro de UBAXXII. “La permanencia en el Centro Universitario de Devoto (CUD) no es un capricho. Cualquier estudiante necesita un lugar pacífico para poder estudiar, acceder a la biblioteca, al material para trabajos prácticos. No se puede estudiar en un pabellón donde hay música, donde no hay espacio, ni buena luz”, ejemplificó Locascio en diálogo con El Destape.

Gentileza Natalia Castro

Para la docente, la medida de Bullrich es “que el detenido esté encerrado y que no solamente esté encerrado su cuerpo, sino que tenga cerrada su mente”. “El contacto con el exterior te da pautas de libre pensar y te sigue abriendo la mente. Este tipo de actividades los salva de la locura total”, reflexionó con sus 20 años de experiencia en el penal.

En las últimas horas, se supo del revés judicial que le puso un freno parcial a la medida impulsada por Bullrich. El juez Mariano Iturralde dio lugar al reclamo colectivo y permitió la permanencia en el CUD durante “el tiempo que resulte necesario para el estudio autónomo y demás actividades extracurriculares propias de su formación académica”. La abogada y docente de Devoto expresó: “El CUD no resiste con violencia, que es lo que se quiso provocar. Resiste escribiendo y la hemos ganado dentro del Habeas Corpus: tienen cinco días hábiles para llegar a un acuerdo para que bajen a estudiar”.

Los que alzan la voz

Distintas organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos estuvieron presentes el sábado pasado y denunciaron el incremento de la violencia en estos últimos días, con el inicio del conflicto. Plantearon como ejemplos la reducción de las porciones de comida y la eliminación de las tareas asalariadas en el penal, dinero que suele ser enviado a sus familias que se encuentran afuera del penal.

“A mi me gusta escribir, yo soy profesor, pero necesito seguir estudiando para darle el ejemplo a mi familia, a la gente del barrio, y para cerrarle la boca a esa élite que dice que las universidades no tienen que ser para los pobres”, contó Gastón “Waiki” Brossio, escritor, licenciado en Administración de Empresas y estudiante del profesorado de Letras de la misma universidad. 

Pasó 14 años en el penal de Devoto y gracias a la trayectoria pedagógica que realizó en UBA XXII, publicó cinco libros de su autoría. Su vida cambió: “El CUD cumple 40 años y fue lo mejor que pudo pasar en una cárcel. El estudio cambia la subjetividad, uno se proyecta y puede empezar a reclamar”. En diálogo con El Destape, Brossio repitió constantemente que el estudio habilita oportunidades y pensamientos, contó cómo le transformó la vida: “Cuando uno está en el CUD habla de lo que está estudiando, de política, no de drogas ni facas. Y eso es muy satisfactorio, es muy importante que esto no se saque”. 

Cuando fue encarcelado, sólo tenía la primaria terminada. Gracias a UBA XXII, terminó el secundario y hoy está por alcanzar su segundo título universitario. “Soy primera generación de universitarios de mi familia”, aseguró, orgulloso.

Gentileza Matías Rosingana

Pese al dramatismo de los últimos días, Waiki se permitió responderle a una reciente declaración de Bullrich en TN con humor: “Hace rato que la ministra viene poniendo el foco en los seres humanos, pone en foco pero bajo la represión. El periodista le dice que no la atiende, y ella dice que ya lo va a entender: bueno, esto era lo que teníamos que entender”. 

Hay muchas historias como la de Brossio, pero las pocas veces que se difunden, se hace de manera individual. Como casos aislados. Distintas organizaciones sociales y docentes denuncian la falta de estadísticas oficiales, aunque desde universidades públicas dan a conocer números que fueron elaborando a lo largo de su trayectoria. La Universidad Nacional de La Plata, quien también tiene un programa de extensión en cárceles, informó en el 2017 que, de sus 50 estudiantes universitarios, el 90% había terminado el secundario en el penal, y que el 45% había terminado la primaria. Del mismo modo, por estimaciones, evalúan que en estos casos la reincidencia baja un 85%.

UBA XXII como faro en el mundo

Argentina es pionera en haber llevado la universidad a la cárcel. “Este programa fue fundado en 1985 con el retorno de la democracia. Han venido de distintos países a nuestros penales de Devoto y nos llaman para que formemos a sus docentes. Nos han llamado desde Uruguay, Chile, Brasil, de Inglaterra, de Estados Unidos, Italia, México”, destacó en diálogo con El Destape, Cyntia Bustelo, doctora en Ciencias de la Educación e integrante de la Coordinación del Programa de Extensión en Cárceles de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. 

Gentileza Natalia Castro

La docente e investigadora contó que, además de las carreras de grado, hay una serie de talleres de extensión sociocomunitarios que contienen a muchas más personas dentro del penal. Desde talleres de música, de radio, de cooperativismo, revistas, hasta talleres de educación popular y diplomaturas.

Y estos programas luego pueden influir positivamente en el resto de la población carcelaria. Bustelo contó que estudiantes avanzados de la carrera de Derecho conformaron una asesoría jurídica para acompañar a sus propios compañeros del pabellón en su proceso legal, ya que además muchos no saben leer y escribir. “La educación genera habilita y posibilita procesos de organización colectiva que tienen que ver con mejorar la calidad de vida. Es pensarse desde una lógica colectiva y no individual”, expresó y concluyó: “Esta estudiado que muchos de los que pasan por este proceso pedagógico no vuelven a la cárcel, y si vuelven, vuelven como docentes”.