Decir “no” protege tu salud mental: el estudio que explica por qué

Rechazar presiones externas y aprender a decir “no” desde la infancia ayuda a prevenir el agotamiento emocional y mejora el equilibrio psicológico. 

11 de noviembre, 2025 | 16.50

Un estudio reciente analiza cómo la capacidad para decir “no” y establecer límites claros protege la salud mental y fortalece el bienestar emocional. Esta habilidad, que muchas veces resulta difícil de ejercitar, es clave para evitar el agotamiento y vivir de acuerdo con los propios valores.

La dificultad para negarse no solo afecta decisiones simples, como aceptar un café que no gusta, sino que también determina cómo las personas enfrentan la presión social y la autoridad en distintos ámbitos de la vida. La profesora Sunita Sah, experta en gestión y autora de Defy: The Power of No in a World that Demands Yes, explica que la obediencia aprendida en la infancia suele limitar la capacidad de actuar con autonomía cuando más se necesita.

Sah contó que su interés por el tema nació de su experiencia personal como una niña y estudiante sumisa, condicionada por mensajes familiares y sociales que vinculaban ser “buena” con cumplir órdenes y evitar conflictos. Este patrón la llevó a estudiar medicina por expectativas ajenas y más adelante a investigar dilemas éticos en la relación entre la industria y la medicina.

Su investigación abarca ámbitos tan diversos como el sector sanitario y la justicia penal, donde identificó patrones comunes de conformidad que dificultan que las personas cuestionen órdenes o sugerencias, incluso cuando estas van en contra de sus valores o el bien común.

La obediencia aprendida en la infancia limita tu autonomía adulta.

Los resultados del experimento de Stanley Milgram

Un ejemplo emblemático que Sah rescata es el experimento de Stanley Milgram en los años 60, que buscaba comprender si la justificación nazi de “solo seguía órdenes” tenía base psicológica. En el estudio, la mayoría de los participantes aplicó descargas eléctricas extremadamente altas a un actor, a pesar de sus protestas, mostrando ansiedad pero sin herramientas para desafiar la autoridad.

Intentaban decir no, pero nunca les enseñaron cómo hacerlo”, señaló Sah. Esta falta de entrenamiento para resistir la presión se refleja también en la vida cotidiana: en un experimento, aunque la mayoría elegiría la opción más beneficiosa en una lotería, hasta el 85% cambiaba su decisión si un desconocido recomendaba la alternativa menos favorable.

En el ámbito sanitario, nueve de cada diez trabajadores admiten sentir incomodidad para señalar errores de colegas o superiores. Sah identifica tres causas fundamentales para esta dificultad: la presión social, la confusión entre consentimiento y conformidad, y la ausencia de habilidades para desafiar.

La “ansiedad por insinuación”, un miedo psicológico a que decir “no” pueda generar desconfianza o conflicto, se manifiesta tanto ante figuras de autoridad como en relaciones cotidianas con amigos o familiares. Además, muchas personas no distinguen entre conformarse y consentir, y tienden a pensar que desafiar es algo negativo, mientras que obedecer se asocia a valores positivos.

La dificultad para negarse afecta decisiones simples y complejas por igual.

Para revertir esta situación, Sah propone redefinir el concepto de desafiar: “la capacidad de ‘desafiar’ es simplemente actuar de acuerdo con tus verdaderos valores, especialmente cuando hay presión para hacer lo contrario”. Así, desafiar no es rebeldía agresiva, sino una herramienta positiva para vivir con autenticidad.

La experta recomienda empezar con pequeños actos, como corregir un pedido equivocado o mostrar desacuerdo en situaciones de bajo riesgo para entrenar esta habilidad. Además, destaca la importancia de practicar y anticipar respuestas antes de enfrentar momentos críticos, porque “bajo presión no ascendemos al nivel de nuestras expectativas; caemos al nivel de nuestro entrenamiento”.

El rol de los padres y la sociedad es fundamental para fomentar esta capacidad desde la infancia. Sah cuenta que, aunque veía a su madre como una persona sumisa, presenció cómo ella supo desafiar a un grupo de adolescentes que intentaba intimidarlas, un acto que le enseñó cuándo y cómo alzar la voz.