Las infecciones urinarias son un problema de salud muy común, especialmente entre las mujeres. Se producen cuando bacterias inflaman las vías urinarias, causando molestias importantes. Sus síntomas incluyen dolor al orinar, necesidad constante de ir al baño y, en casos graves, fiebre. Si no se tratan correctamente, pueden complicarse.
Según la uróloga Pilar Luque, del Hospital Clínic Barcelona, la clave está en la prevención. La gran mayoría de estos gérmenes provienen del sistema digestivo. Por eso, mantener una buena salud intestinal es fundamental. Pequeños cambios en tu rutina diaria pueden hacer una gran diferencia para evitar recurrencias.
¿Por qué se producen estas infecciones?
Varios factores aumentan el riesgo de desarrollar una infección urinaria. Alteraciones anatómicas, el uso de catéteres o la menopausia son algunos ejemplos. En los varones, la hiperplasia de próstata también puede predisponer a sufrirlas. Una higiene íntima inadecuada es otro factor de riesgo importante a considerar.
No orinar después de las relaciones sexuales facilita el ascenso de bacterias por la uretra. El estreñimiento crónico también juega un rol negativo, ya que favorece la proliferación de gérmenes. Entender estas causas es el primer paso para poder prevenirlas de manera efectiva y mantener tu bienestar.
Los 5 hábitos clave para evitar las infecciones urinarias
Hábito 1: La hidratación como tu mejor aliada
Beber suficiente agua es crucial para prevenir infecciones. Los especialistas recomiendan ingerir entre litro y medio y dos litros por día. Una buena hidratación ayuda a eliminar bacterias del tracto urinario de forma natural. Es un método simple, accesible y sumamente efectivo para mantener tus vías urinarias limpias.
No esperes a tener sed para tomar agua. Llevá siempre una botella con vos y tomá sorbos durante todo el día. Este hábito no solo previene infecciones, sino que mejora tu salud general. Tu cuerpo te lo va a agradecer de muchas maneras diferentes y notarás la diferencia.
Hábito 2: Cuidá tu higiene íntima con productos adecuados
La limpieza de la zona íntima debe ser suave y con productos específicos. Evitá los jabones agresivos, geles perfumados o preservativos con espermicida. Estos pueden alterar el pH natural y la flora vaginal, dejándote más vulnerable a las infecciones. Elegí siempre opciones suaves y testeadas dermatológicamente.
La dirección al limpiarte también importa. Siempre hacelo de adelante hacia atrás para evitar la contaminación con bacterias intestinales. Usá ropa interior de algodón y evitá las prendas demasiado ajustadas. Estos pequeños detalles marcan una gran diferencia en la prevención a largo plazo.
Hábito 3: No retengas la orina y oriná después de tener sexo
Vaciar la vejiga regularmente es fundamental. Retener la orina por mucho tiempo permite que las bacterias se multipliquen. Oriná cada vez que sientas ganas y asegurate de vaciar por completo tu vejiga. No tengas apuro; tomate el tiempo necesario para hacerlo bien.
Después de mantener relaciones sexuales, oriná siempre. Este simple acto ayuda a expulsar las bacterias que puedan haber entrado en la uretra durante el acto sexual. Es uno de los consejos más efectivos que podés seguir para reducir drasticamente el riesgo de infección post-coito.
Hábito 4: Seguí una dieta equilibrada al estilo mediterráneo
Tu alimentación juega un papel clave en la prevención. Una dieta rica en frutas y verduras, especialmente aquellas con vitamina C, fortalece tus defensas. Los antioxidantes naturales ayudan a combatir las infecciones y a mantener un sistema urinario saludable. Incorporá cítricos, kiwi y pimientos a tu dieta.
El estilo mediterráneo es ideal: prioriza fibras, frutas, verduras y grasas saludables. Esto previene el estreñimiento, reduciendo la fuente principal de bacterias. Una microbiota intestinal sana es tu primera barrera de defensa contra las infecciones que afectan las vías urinarias. Cuidar tu intestino es cuidar tu vejiga.
Hábito 5: Evitá la automedicación y consultá siempre al médico
Nunca te automediques con antibióticos que te hayan sobrado de tratamientos anteriores. Su uso incorrecto genera resistencias bacterianas y desequilibra tu flora intestinal y vaginal. Esto puede hacer que la próxima infección sea más difícil de tratar y mucho más recurrente. Es un riesgo que no vale la pena tomar.
Ante los primeros síntomas –escozor, dolor suprapúbico o fiebre– consultá a un profesional. Solo un médico puede indicar el antibiótico adecuado para tu caso específico. Si los síntomas no ceden o reaparecen, volvé a consultar. Un tratamiento preciso es esencial para una recuperación completa y sin complicaciones.
Cuándo debés preocuparte y buscar ayuda urgente
Algunos síntomas indican que la infección puede estar complicándose. Si tenés fiebre alta, dolor lumbar intenso, escalofríos o malestar general, no lo dudes. Podría tratarse de una pielonefritis (infección en el riñón) o, en hombres, una prostatitis. Estas condiciones requieren atención médica inmediata.
La uróloga Luque advierte: si los gérmenes pasan a la sangre, el cuadro puede ser grave. Llegando incluso a un shock séptico, que pone en riesgo la vida. Ante señales de alarma, acudí a guardia sin demora. La rapidez en el tratamiento puede evitar consecuencias severas para tu salud.