Contradicciones libertarias: prevén seguir con déficit comercial y acumular deuda

La cuenta corriente, diferencia entre exportaciones e importaciones, se deteriora a pasos agigantados a partir de la liberalización total de las compras externas, siendo el único canal de ingreso genuino de dólares.

07 de noviembre, 2025 | 14.52

Hasta el momento, al menos los primeros dos años de gobierno de La Libertad Avanza, la estrategia para sortear la restricción externa de dólares es tomar deuda, principalmente de organismos internacionales, abrir un blanqueo y promover que se adelante la liquidación de exportaciones. Todas medidas de corto plazo o parches que no alcanzaron para robustecer las reservas del Banco Central. Pero la situación de mediano y largo plazo es todavía peor. La cuenta corriente, diferencia entre exportaciones e importaciones, se deteriora a pasos agigantados a partir de la liberalización total de las compras externas, siendo el único canal de ingreso genuino de dólares, mientras que los compromisos de deuda se acumulan a un ritmo vertiginoso.

La cuenta corriente de la balanza de pagos argentina pasó a ser superavitario en 5.700 millones de dólares en 2024 (0,9 por ciento del producto) a terreno negativo en el primer semestre de 2025. La principal explicación de la mejoría fue el balance comercial de bienes. Este saldo pasó de un déficit de 2.800 millones de dólares en 2023 (-0,4 por ciento del PBI) a ser positivo en más de 22.000 millones en 2024 (3,5 por ciento del PBI). La caída de la demanda doméstica provocó este cambio de signo: el consumo e inversión (tanto públicos como privados) se redujeron 6 por ciento, y las importaciones cayeron 18 por ciento. El resto de los componentes (balance de servicios, rentas de la inversión y otros) aportaron 0,3 puntos adicionales, completando la suba.

Pero la mejoría de las cuentas externas duró muy poco. En la primera mitad de 2025, la cuenta corriente fue deficitaria en 8.700 millones de dólares, liderada una vez más por el superávit comercial de bienes, que se achicó en 2,9 por ciento del PBI. “En esta línea impactaron la apreciación cambiaria (el TCR fue 22 por ciento más bajo que en el primer semestre del 2024) y la incipiente recuperación de la actividad (la absorción doméstica fue 14 por ciento mayor a dicho período), por lo que las importaciones treparon 35 por ciento interanual. Para peor, el balance de servicios y otros componentes agregaron un deterioro adicional de 0,3 puntos”, según un trabajo del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP UBA-Conicet). El saldo final fue un déficit equivalente al 1,2 por ciento del PBI promedio semestral.

En junio, el saldo de la cuenta corriente cambiaria (base caja) se volvió positivo por la suba de exportaciones agropecuarias. Estas se vieron incentivadas por una baja temporal de retenciones en la primera mitad del año, y hubo una aceleración de las liquidaciones cuando esta medida estaba por agotarse y se confirmó que no se renovaría. En particular, las ventas de soja y maíz impulsaron el ingreso de divisas. En agosto hubo un nuevo boom exportador por la eliminación temporal de retenciones, que llevó a la liquidación de 7.000 millones de dólares en sólo dos días.

Estas medidas de impulso a las exportaciones amortiguarán el deterioro de las cuentas externas en el agregado anual, ya que generaron el adelantamiento de ventas que, de otra manera, iban a realizarse en 2026. “Sin embargo, no impedirán que el saldo de la cuenta corriente sea deficitario. El relevamiento de expectativas que realiza el BCRA pronostica que el superávit comercial de bienes concluirá el año en 8.200 millones de dólares, un 30 por ciento por encima del de 2023, pero 40 por ciento por debajo del de 2024”, explica el documento de IIEP UBA-Conicet. Por otra parte, el déficit de servicios sería mayor al del año pasado mientras que el pago de intereses y utilidades al exterior (que totalizó 13.000 millones de dolares en 2024) sería semejante, completando un panorama negativo.

Problema presupuestado

El proyecto de Presupuesto anticipa la profundización de una economía desbalanceada incapaz de generar dólares genuinos –producto del comercio exterior—el cual acumulará hasta 2028 un déficit de 18.866 millones de dólares. Este rojo comercial, que justifica en una supuesta mejora de la actividad económica demandante de insumos y maquinaria importada, seguirá presionando sobre las reservas del Banco Central. Sólo el año próximo el saldo comercial será negativo en 5.751 millones de dólares, mientras que este cerraría con un rojo neto de 2.447 millones.

Las premisas planteadas en los supuestos de los próximos años son inconsistentes y contradictorias. El planteo de una economía creciendo de manera constante en torno al 5 por ciento anual hasta 2028 es incongruente con una mercado interno derrumbado, un dólar que el propio Presupuesto sostiene se mantendrá atrasado –deteriorando la competitividad de las exportaciones y, por ende, las decisiones de inversión—, e importaciones que llegarán a más que triplicar las exportaciones.

De acuerdo con el apartado de supuestos presupuestarios, “las cantidades exportadas de bienes y servicios se estiman con un incremento de 10,6 por ciento en 2026, manteniendo una trayectoria de crecimiento en 2027-2028, mientras que el volumen importado también continúa en alza, impulsado por la expansión económica”. “El valor exportado de bienes y servicios aumenta 9,1 por ciento y el valor importado 12 por ciento en 2026, resultando en un déficit comercial de 5.751 millones. Hacia adelante, dicho déficit se estima en 3.707 millones para 2027 y en 6.961 millones para 2028”, según el proyecto presentado.

Se trata de un déficit acumulado de 18.866 millones de dólares en tres años, que se suma a los compromisos de deuda que asumió el Gobierno, tanto el pago al Fondo Monetario como a acreedores privados y a los gastos de los hogares, tanto por viajes como para atesoramiento y compras en el exterior.

Sin dólares hay deuda

El resultado de la cuenta corriente es relevante en tanto determina el ahorro o endeudamiento externo del país. “La contracara del resultado de cuenta corriente es si los distintos agentes de la economía doméstica están ahorrando (adquiriendo activos o disminuyendo pasivos) o desahorrando (tomando nueva deuda o gastando stocks). Esto se refleja en variaciones de la Posición de Inversión Internacional (PII), que muestra los stocks de activos y pasivos acumulados históricamente”, señala el documento de IIEP UBA-Conicet. La PII también contempla la variación de las cotizaciones de los activos y pasivos que cada agente ya tenía previamente.

En 2023, el déficit de cuenta corriente se reflejó en la PII en un deterioro de los activos netos del Banco Central por 20.000 millones de dólares, ya que este utilizó reservas para pagar por el desbalance externo. En 2024, el Central se apropió del superávit corriente, recuperando más de 6.000 millones de dólares de reservas. Además, el sector público (nacional, provincial y municipal) disminuyó en casi 5.000 millones de dólares sus pasivos. El sector privado no bancario redujo sus activos netos en 6.000 millones de dólares.

Sin embargo, el balance externo positivo se vio influido por variaciones no transaccionales, que elevaron el valor de las deudas por más de 50.000 millones de dólares. Esto se debió a que se revalorizaron las tenencias de inversores no residentes en empresas que operan en Argentina, haciendo que la PII total caiga. En lo que va del 2025 se combinaron ambos motivos para el deterioro de la PII. Por un lado, el resultado de cuenta corriente volvió a ser deficitario, como se describió en la primera sección; por otro, se revalorizaron pasivos externos por 10.000 millones de dólares. “Así, la deuda externa neta del sector público y el sector bancario (sociedades captadoras de depósitos) creció más que los activos netos del BCRA y el resto de la economía, haciendo que la PII alcance mínimos desde 2017”, detalla el documento.

Si nos quedamos con la deuda externa de cada sector, sin considerar los activos, el monto total alcanza los 432.000 millones de dólares, en torno al 62 por ciento del PBI. Este dato se asemeja al promedio últimos ocho años, ubicándose por debajo del 73 por ciento de 2020, pero por arriba del 50 por ciento de 2022 (y muy por encima del 33 por ciento de 2013). La caída desde 2020 se concentra en el sector público consolidado (incluyendo al BCRA), cuya deuda externa bajó desde el 38 por ciento al 26 por ciento del PBI.

Para la Gerencia de Estudios Económicos del Banco Provincia, la preocupación entonces reside en la continuidad o no de este esquema cambiario que, como vimos, depende del financiamiento externo que se pueda obtener. “No sólo desde el punto de vista del soberano, que hoy enfrenta mejores perspectivas, pero lejos de lo requerido para hacer una colocación de deuda por mercado, sino también del financiamiento del sector privado a través de bonos corporativos y préstamos en dólares”, explica el documento del Bapro.

“Nuestra situación internacional no destaca por un exceso de deuda, pero sí por un bajo nivel de reservas. Hasta no recuperar el acceso a los mercados de capitales internacionales, Argentina deberá tener una cuenta corriente superavitaria”, confirma el informe. En ese sentido, el alivio en la situación cambiaria posterior a la elección nacional es una buena oportunidad para que el BCRA compre divisas e impida una mayor apreciación del dólar, por el efecto nocivo que esta tendría para la cuenta corriente. “Esto cobra mayor relevancia considerando que la mejoría de las perspectivas financieras también implica una revaluación de nuestras deudas externas”, advierte el IIEP UBA-Conicet.