El 11 de abril, el gobierno de Javier Milei y el directorio del FMI anunciaron la asistencia financiera de 20.000 millones de dólares. Fue el salvataje extraordinario para evitar el default libertario.
La mayoría de las veces, cuando se concreta un rescate de semejante magnitud a una economía que está cayendo en el abismo, el mundo de las finanzas reacciona en forma eufórica, con sostenida suba de las cotizaciones de acciones y títulos públicos.
El entusiasmo se entiende porque los financistas aseguran un horizonte cercano de alivio financiero y cambiario.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
¿Qué pasó en esta oportunidad?
Pasaron tres semanas del acuerdo con el Fondo y el mercado no respondió a lo que habitualmente se espera luego de abultar, artificialmente, las reservas del Banco Central con los dólares fondomonetaristas, que actúan como garantía de pago de los próximos vencimientos de capital e intereses de la deuda en divisas.
Milei fracasó con el esquema cambiario original y, con el de bandas impuesto por el Fondo, todavía no puede mostrar lo único que importa: aumentar el stock de reservas disponibles en el Banco Central.
Este es el motivo único que explica el, por ahora, fiasco de un acuerdo con el FMI que no alteró sustancialmente las expectativas de los financistas sobre la sostenibilidad del plan económico liberal-libertario.
Los dólares del FMI son importantes, solamente para ganar tiempo, pero el reloj de arena de la crisis cambiaria, o sea, el peligro de una brusca devaluación, no se ha detenido. Tampoco el del default de la deuda.
Los dólares no alcanzan
Existe una restricción estructural, que no es ignorada por gran parte de los protagonistas del mercado, referida a que, pese al monto desproporcionado del préstamo entregado por el FMI, la cantidad de dólares disponibles en el Banco Central no son, y no serán, suficientes en las actuales condiciones de la economía liberal-libertaria.
Una rápida enumeración de los factores de incertidumbre colabora en la comprensión del escaso impacto positivo que ha tenido el nuevo acuerdo con el Fondo:
1. La profundización del atraso cambiario que, además, el presidente Javier Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, festejan. De este modo, aumentan exponencialmente las especulaciones de otra megadevaluación y, por lo tanto, se acelera la dolarización de las carteras de inversión y la consiguiente retracción de empresas y personas a desprenderse de dólares.
2. La rápida reducción del superávit comercial, o sea, el ingreso de dólares vía el comercio exterior, desequilibrio fomentado, además, por la deliberada estrategia oficial de profundizar la apertura importadora.
3. El creciente déficit de dólares por la cuenta Turismo al exterior.
4. La débil respuesta de capitales extranjeros para decidir inversiones en el país pese a los fabulosos beneficios dispuestos por el RIGI.
5. Las dudas de los financistas de apostar por una tercera vuelta de carry trade (bicicleta financiera), opción que ha sido facilitada para inversores del exterior con la posibilidad de abrir cuentas para ingresar dólares, estableciendo un período mínimo de permanencia de seis meses.
6. El abultado cronograma de vencimientos de capitales e intereses de la deuda pública nominada en dólares. La Oficina de Presupuesto del Congreso informa que, de abril a diciembre de este año, suma unos 10.000 millones de dólares, y en 2026 y 2027, unos 25.000 millones de dólares en cada uno de estos años.
7. Se agrega un elemento extraeconómico vinculado al ciclo político doméstico: el interrogante acerca de cuál será el resultado electoral para el oficialismo que, por ahora, no se vislumbra favorable, aunque tampoco catastrófico. Este nivel de inseguridad a nivel político deriva en comportamientos conservadores de inversores financieros.
Además, turbulencias en la economía global por culpa de Trump
El saldo de este cuadro cambiario, financiero y político es que los dólares no alcanzan para sostener el experimento liberal-libertario. Otro factor perturbador es una economía mundial alterada por las medidas proteccionistas de los Estados Unidos de Donald Trump.
Se sabe que existe el riesgo de shocks externos negativos o positivos. En esta oportunidad es lo primero y, en estos casos, se pone a prueba la habilidad de los gestores de la política económica doméstica para adaptarse al nuevo escenario global.
No es el caso de Milei y de su ministro de Economía, Luis Caputo. Así les va. Las reservas del Banco Central no aumentan en forma genuina. Esta es la variable clave.
Aquí aparece la única llave para descomprimir esta situación crítica: conseguir dólares vía el endeudamiento en el mercado voluntario de capitales local e internacional.
MÁS INFO
El riesgo país es un muro
Para acceder a la opción de emitir títulos públicos en dólares, a una tasa de interés de un dígito, el riesgo país debe descender a niveles de 400 puntos. El último cierre fue de 741 puntos y el día posterior al anuncio del crédito del FMI fue de 896 puntos.
Esta meta se presenta complicada en el corto plazo. En un intento de mejorar este panorama, porque el acuerdo del FMI no fue suficiente, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, informó a los principales bancos globales que, en caso de que el gobierno de Milei necesite más dólares, Estados Unidos habilitará una línea de crédito especial.
El mensaje fue inequívoco: los dólares del Fondo no alcanzan. Para convencer a los financistas de que no habrá default y, por lo tanto, compren títulos de deuda argentinos, Estados Unidos promete que entregará más dólares. Si mejora la cotización de los bonos por una corriente compradora, bajará el riesgo país y, entonces, no será necesario ejecutar esta línea financiera de emergencia. Este es el objetivo de las declaraciones de Bessent que se dejaron trascender.
El riesgo país es un indicador financiero que mide cuál será la tasa de interés que los acreedores exigirán para prestar. Mide la diferencia en la tasa que paga un país por la emisión de bonos en comparación con la tasa de los bonos del Tesoro de Estados Unidos, ambos papeles de deuda a un mismo plazo. Estos últimos son considerados los de menor riesgo en el mundo de las finanzas y, por este motivo, son tomados como referencia.
El riesgo país es, en concreto, la sobretasa que debe pagar el país deudor. Por caso, un bono del Tesoro de Estados Unidos a 10 años ofrece una tasa de 4,2%. Si Argentina quisiera emitir un título público en dólares a ese mismo plazo, la tasa que demandarían los inversores sería de, por lo menos, 11,6% (riesgo país de 741 puntos equivale a una sobretasa de 7,4%, que, adicionada al 4,2% de base, totaliza el mencionado 11,6%).
Es un nivel de tasa de interés que obtura la posibilidad de conseguir dólares en el mercado vía la colocación de deuda. Es una tasa de interés que invalida la convocatoria de inversores pese a la atractiva renta, pero que no seduce porque refleja la insolvencia del deudor.
Los nervios presidenciales
“Como el riesgo país va a estar debajo de los 700 puntos vamos a volver a los mercados internacionales". Así lo afirmó Milei en la ExpoEFI, al reiterar esa decisión aunque sin dar una fecha precisa, porque no tiene idea de cuándo podrá abrazar ese salvavidas.
Ratificó que es un objetivo a partir del acuerdo con el FMI, pero, en realidad, es la promesa que le hizo Caputo desde el comienzo de la gestión, sin poder cumplirla.
Quienes conocen la dinámica de la city saben que, en el mejor de los escenarios para el Gobierno, esta opción se podrá concretar luego de las elecciones de octubre, e incluso algunos analistas prevén que será a mediados del año próximo.
Milei insulta a economistas, periodistas y a todo aquel que lo critique por un desborde emocional o por la táctica política de distraer de las complicaciones que arrastra la política económica. Pueden ser ambas. Lo cierto es que, sin una reducción sostenida del riesgo país, que habilita el ingreso de dólares financieros vía endeudamiento en el mercado voluntario de crédito, Milei se pondrá cada vez más nervioso.
Si el riesgo país no desciende a niveles de 400 puntos, para estar en condiciones de emitir deuda externa, los dólares del FMI se perderán, más temprano que tarde, por la canaleta del turismo al exterior, el crecimiento de las importaciones, la dolarización del ahorro doméstico como cobertura por el peligro de otra devaluación y el constante pago de la deuda externa.