La CGT concretará su tercer paro general desde la asunción de Javier Milei, en una jornada que pone la lupa en la crisis salarial a través del techo paritario, la fragmentación del mercado laboral, el avance del cuentapropismo, la individualización del movimiento obrero y la pérdida de representación gremial. El plan económico de La Libertad Avanza llegó para pulverizar las bases y acuerdos históricos de un sistema laboral que ya venía colapsando.
Con la adhesión de la CTA Autónoma y la CTA de los Trabajadores, la CGT realizará una nueva huelga, la cual se suma a las que había concretado el 24 de enero y 9 de mayo de 2024, casi al inicio de su llegada al poder. En un documento, la central obrera argumentó que la medida de fuerza es por "paritarias libres, homologación de todos los Convenios Colectivos de Trabajo, aumento de emergencia para todas las jubilaciones y pensiones, actualización del bono y poner fin a la represión salvaje de la protesta social".
Desde el inicio de gestión en diciembre de 2023, el Gobierno apuntó a destruir las bases constitutivas del sistema de trabajo para anclar expectativas salariales a la baja, en el marco de un programa de ajuste con inflación disminuyendo. Con marchas y contramarchas, la reforma laboral soñada no se ejecutó de forma abrupta, pero sí se hace sentir de facto, es decir, debido a las condiciones materiales que impuso el Gobierno a los trabajadores.
Aún así, en el cajón libertario están los papeles listos para asestar el golpe final. En buena parte, lo explicó el jefe de gabinete, Guillermo Francos, en diálogo con Radio Rivadavia: "La CGT para porque sabe que se pueden aproximar reformas en este tema (laboral), y cuando en el Congreso tengamos el número suficiente, vamos a volver a plantear aquellas reformas que planteamos en el DNU 70 y que con una medida cautelar se paralizaron".
Los motivos del paro y la mirada de los trabajadores sobre la CGT
Actualmente, tener un recibo de sueldo en el sector registrado privado es considerado un privilegio. Cada vez son (somos) menos los trabajadores formales que tenemos acceso a los derechos laborales y más los que no tienen vacaciones, licencias de ningún tipo, cobertura social, y otros derechos sindicales. La fragmentación del mercado laboral le permite al Gobierno sentar las bases de su contraofensiva en su discurso: una especie de casta sindical es la que no permite trabajar al 60/65% de los obreros que componen la población económicamente activa.
El estancamiento económico de la última década en materia productiva -con obvios matices en el camino- aceleró las modalidades alternativas del empleo a través del monotributo y el cuentapropismo, en detrimento del laburo "en blanco". La desafiliación constante desarticula la férrea estructura histórica de la CGT. Con menor enrolamiento en los sindicatos, el poder de fuego disminuye.
Pero el fenómeno no solo se explica por el lapsus de crecimiento industrial o la falta de creación de puestos de trabajo de calidad en otras áreas. La época marca un tiempo de construcción personal que se materializa en el emprendedurismo, un método a través del cual la sociedad se realiza por su cuenta y ajena a la construcción colectiva. Este imaginario se plasma desde Uber, una casa de comidas o el desarrollo de un proyecto de oferta de servicios más sofisticado. Cada uno es su propio jefe, maneja sus tiempos y fija su desempeño laboral de acuerdo a sus propias expectativas.
Trabajadores en crisis
Pero el trasfondo de este esquema es nefasto. Cada vez son más los trabajadores que tienen que extender su jornada o tener varios trabajos para tener un ingreso que les permita acceder a una canasta de consumos básicos.
Los datos -oficiales y privados- muestran cómo la situación laboral y la crisis de ingresos impactan en las familias: un 66% tuvo que recortar los gastos del hogar y, en lo particular, el 35% se vio obligado a ajustar sus consumos de alimentos. Esta situación obliga a muchos jóvenes a abandonar la escuela para empezar a trabajar y contribuir a la economía del hogar, generalmente con salarios que apenas llegan al mínimo, que están por debajo de la canasta básica de subsistencia y que, mucho menos, permiten acceder a un techo donde vivir: cuatro de cada 10 jóvenes viven con sus padres o abuelos porque no pueden acceder a una vivienda.
Tras más de un año de gestión de Javier Milei, el aumento de la desocupación, la subocupación y la ocupación demandante elevó la presión sobre el mercado laboral dando cuenta de amplios segmentos de la población que se ven en la urgencia de complementar ingresos laborales y que enfrentan peores condiciones de contratación. Lejos de revertirse en lo inmediato se estima, además, que la situación empeore si se tiene en cuenta el objetivo del Gobierno de limitar los aumentos salariales para que no superen la inflación mensual, es decir, sostener el ancla salarial a costa del menor consumo y acceso a bienes esenciales de la población.
Es que ya es caro salir a trabajar. El Destape simuló tres posibles escenarios de viajes realizados desde el conurbano bonaerense para explicar el peso que tiene el transporte público sobre el poder adquisitivo. El cálculo se nutre la combinación de un colectivo local que llegue a una estación de tren, el boleto de ferrocarril y la tarifa de subte. El resultado oscila entre los 40 mil y los 50 mil pesos por mes.
El agobiante escenario es la medida de pulso por parte de la CGT, que verificó la molestia generalizada de los trabajadores de todos los sectores por el plan que ejecuta el Gobierno. Una central obrera a la que -desde ciertos sectores- se le pide actuar como una orga partidaria opositora.
A pesar de la escisión del mercado laboral, el trabajo bien remunerado en el sector privado seguirá siendo una demanda constante por el recuerdo de lo que fue y lo que puede ser un sueldo que garantice el financiamiento de proyectos personales. Y mientras tanto, la demostración de que es el obrero el mayor generador de riqueza de este país.