Ominami busca la Presidencia por quinta vez: "Quiero un Chile con el Estado grande"

El dirigente progresista independiente espera dar "la sorpresa" en las elecciones de noviembre y llegar al balotaje como lo hizo Rodrigo Paz en Bolivia. Alertas por el avance de la derecha y críticas por las oportunidades perdidas con Boric.

26 de septiembre, 2025 | 00.05

En Chile soplan vientos de derecha. Los sondeos marcan que los candidatos favoritos están a favor de expulsar los flujos migratorios vecinos, reducir el Estado y apretar con fervor la mano del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Sin embargo, el dirigente progresista independiente Marco Enríquez Ominami se tiene fe, cree que puede dar una sorpresa y llegar al balotaje, tal como lo hizo recientemente el centroderechista Rodrigo Paz en Bolivia. Ominami se presenta por quinta vez en una boleta presidencial. Nadie lo hizo tantas veces en su país.

La primera vez que se postuló lo hizo rompiendo con la ex Concertación Democrática, lo que supuso una jugada arriesgada porque nadie del campo progresista se había animado antes a romper lazos con esa casa política. Siempre se ha postulado al frente de formaciones progresistas pequeñas y autónomas con respecto a las coaliciones heterogéneas en las que vienen cohabitando desde el moderado Partido Socialista, el emergente Frente Amplio (el partido del actual Jefe de Estado) o el histórico Partido Comunista, cuya candidata -Jeannette Jara, que ganó sorpresivamente la interna de su entente- representará al oficialismo. 

Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

El candidato presidencial, que posee un doble apellido un linaje político florido y ecléctico, es hijo biológico del mítico líder guerrillero Miguel Enríquez -asesinado a tiros por la dictadura de Augusto Pinochet- e hijo adoptivo del experimentado dirigente socialista Carlos Ominami. Al momento de hablar con El Destape, en el amanecer de la campaña presidencial, deja entrever el pulso de las dos mencionadas idiosincrasias políticas.

A lo largo de la entrevista, por momentos se muestra aguerrido para zanjar posiciones en la arena regional y, en otros pasajes, despliega una narrativa sobria y pragmática. No reniega de la economía abierta de su país -una política de Estado continúa en su país desde el derrocamiento del presidente Salvador Allende- pero, a su vez, afirma su deseo de fortalecer la arquitectura estatal.

Enríquez Ominami busca, entonces, presentarse ante el electorado local como un cuadro político catch-all, sensible en lo social, sagaz en lo económico. De hecho, en su reciente gira por España y Perú buscó tomar contacto con las agendas que llevan adelante los gobiernos de esos países -de signos ideológicos contrapuestos- en temas de agenda espinosos para la sensibilidad de la izquierda como reforma tributaria y políticas de seguridad.

“La seguridad es un tema técnico, no ideológico”, afirma en el siguiente reportaje. A su vez, en materia de política regional, un tablero donde ostenta contactos de primer nivel en su calidad de fundador de la mesa de articulación política zonal Grupo de Puebla, vaticina que las políticas injerencistas de Trump irán in crescendo. Por último, desde el otro lado de la Cordillera de los Andes, lanza un dardo verbal irónico contra el gobierno de Javier Milei: “Buscó presentarse como el próximo Premio Nobel de Economía y su única política ha consistido en pedirle plata a Donald Trump”.

- ¿Cuál es el balance político que haces del gobierno de Gabriel Boric? ¿Hubo más continuidades o rupturas con respecto al "modelo heredado"? ¿Por qué terminó apagándose su fuego renovador?

- El Gobierno actual no quiso y no pudo, pero más veces no quiso asumir las responsabilidades políticas de las convicciones con las que llegaron a La Moneda. Boric construyó un Gobierno del sinsentido, con más incompetencia que mala intención. El campo progresista perdió una gran oportunidad pues teníamos la mayoría social, política y electoral más grande de la historia de Chile a favor de los valores de la izquierda. Por eso, terminamos con una derecha dura desatada que hoy acumula casi el 65% en la intención de voto.

- ¿Por qué los chilenos y las chilenas deberían votarte? Dentro del ecosistema de representación de la izquierda, ¿qué te diferencia con la candidata comunista Jeannette Jara? 

- Chile hace 25 años que vota por el cambio, nuevamente lo va a hacer esta elección. No somos la candidatura favorita de las encuestas ni de la élite pero somos la candidatura del cambio serio. Defendemos un programa de gobierno con un Estado más grande y un mercado más competitivo. Tenemos 50 días por delante, la campaña acaba de partir. En la última elección solo votó el 46% del padrón, por lo tanto hay mucha gente por convencer. Tenemos serias chances de ser la sorpresa electoral que nadie vio, como sucedió en Bolivia.

- ¿Por qué consideras que los candidatos de derecha o ultraderecha aparecen como favoritos en los sondeos? ¿Se apagó el clima de protestas iniciado durante el gobierno de Piñera? ¿La sociedad chilena vuelve a confiar en el neoliberalismo? 

- La derecha dura se favorece de varios elementos. El primero es que enfrenta a un gobierno que no administra bien el Estado. Es cierto también que la agenda de transformación social quedó a la deriva y, por lo tanto, la agenda de la autoridad hoy aparece con un mejor sentido. La izquierda identitaria fue incapaz de plasmar una nueva Constitución, eso lo pagamos caro. Necesitábamos una nueva Constitución para desatar los grandes nudos de la economía chilena; repito, eso fue un gran error.

- ¿Qué rol debería jugar tu país en un proceso de integración regional? ¿Cuál es tu lectura de la denominada "segunda oleada progresista? 

- Chile es una economía pequeña que necesita al mundo, una nación que se benefició durante 20 años de una ola globalizante, neutra y desideologizada. De esa manera, se terminó gestando un modelo netamente exportador. Lo cierto es que, ahora, ante una Europa que se industrializa selectivamente, una potencia norteamericana que aplica aranceles, una China más interesada en lo doméstico, y varias guerras en curso de mucho tinte ideológico, donde los países actúan como bloques, Chile necesita como nunca de un proceso de integración consolidado. 

- Sos un referente y un fundador del espacio de coordinación zonal Grupo de Puebla, ¿podes comentarnos cuál es la agenda y cuáles son los próximos pasos de esta entente progresista?

- El Grupo de Puebla es un grupo de acción y reflexión. Hemos hecho distintos encuentros los últimos dos meses para articular una voz común ante el desafío de los aranceles impuestos por Trump. En la agenda del corto plazo nuestra misión pasa por estar muy atentos a la ofensiva norteamericana que pretende con una política injerencista afectar el proceso democrático de Brasil liderado por Lula Da Silva, seguir interviniendo en Venezuela, y ahorcar el modelo de seguridad colombiano que lidera (el Jefe de Estado) Gustavo Petro.

- En caso de ganar las elecciones, ¿cuáles serían tus tres primeras medidas de gestión? 

- Lo primero a lo que apuntaremos es la reactivación económica generando empleos de corto plazo. En segundo lugar, trabajaremos muy fuerte la agenda de seguridad, que es un tema técnico y no ideológico, además de muy sensible para los chilenos. El Estado necesita re-equiparse para enfrentar esta nueva ola de crimen organizado que nos azota. Por último, reforzar la educación inicial que ha sido relegada en el debate público porque todo el foco se puso en la necesidad de democratizar el acceso a la educación superior.

- Sos hijo biológico de un cuadro revolucionario e hijo adoptivo de un referente del progresismo parlamentario, ¿Cuál de esas dos voces de tu linaje prima más en tu pensamiento? 

- Efectivamente vengo de una familia política que fundó diez partidos políticos en Chile. Desde el Partido Conservador al Liberal, la Democracia Cristiana, los movimientos revolucionarios, un largo etcétera. Es decir, tengo en mi cartografía a dos padres, un revolucionario y un reformista, de cada uno de ellos me llevo algo pero sobre todo el saber que las convicciones y las ideas son fundamentales. Sin ellas, la política no tiene sentido y termina siendo solo un acto de vanidad.

- Si tuvieses que escribir una breve descripción tuya en Wikipedia, ¿cómo lo narrarías? 

-Diría que soy un chileno que ama a su patria, con una historia accidentada con su país, puesto que fui exiliado y le mataron a la mitad de su familia. Que soy un enamorado de Chile, un país al que quiero transformar. También pondría que soy un apasionado de los artefactos de comunicación como el cine y la prensa porque creo en la necesidad de intervenir en el debate público.

- ¿Cómo describirías a Kast, el Milei chileno? ¿Cómo observan y leen en Chile el actual proceso político argentino?

- Creo que la derecha dura en Chile tiene varios exponentes, talentosos a su manera, pero muy poco preparados en la formación técnica. Chile ve por supuesto con interés a su vecino Argentina y observa con preocupación al accidentado gobierno de Javier Milei. Un Presidente que se jactaba de poder ganar el Premio Nobel de Economía pero que, al final de cuentas, ha demostrado que su única baza comercial pasa por pedir plata prestada a los Estados Unidos, lo que es algo muy elocuente y preocupante.