La segunda vuelta en Bolivia, este domingo 19 de octubre, ha puesto de manifiesto no solo la disputa por el gobierno, sino también la lucha por el rumbo de un proyecto de transformación y soberanía en el país andino. El balotaje enfrenta a los candidatos Rodrigo Paz del Partido Demócrata Cristiano (PDC) y Jorge "Tuto" Quiroga de la Alianza Libertad y Democracia (Libre), luego de unas elecciones generales que movilizaron a casi el 87% de los habilitados para votar.
En la primera ronda electoral, que contó con ocho candidatos presidenciales, Paz obtuvo el 32,06% de los votos y se ubicó en primer lugar. Al no alcanzar el 50,1% necesario para ganar en primera instancia, deberá disputar el balotaje con el expresidente Jorge Quiroga, quien logró el 26,70% de los sufragios.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
El balotaje entre Paz y Quiroga representa un giro político claro. Ambos candidatos sostienen una visión económica liberal centrada en el impulso a la inversión privada, la apertura hacia los organismos financieros internacionales y una política exterior alineada con Estados Unidos.
La operación judicial que impidió a Evo Morales participar como candidato directo en la primera vuelta el 17 de agosto simboliza una fragmentación del movimiento popular y una erosión de la democracia liberal en la región. La decisión de proscribirlo, avalada por el Tribunal Constitucional Plurinacional en mayo de este año, evidencia la utilización de la estrategia judicial conocida como lawfare (estrategia judicial para perseguir y deslegitimar a los líderes de la izquierda) como herramienta para truncar su regreso. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) se ha comprometido a garantizar desde lo institucional esta segunda vuelta "histórica", mientras desde el jueves 16 de octubre rige la veda electoral en todo el país.
Las diferencias entre Quiroga y Paz son más de enfoque que de fondo. Quiroga, quien ya ocupó la presidencia entre 2001 y 2002, plantea un entendimiento con el Fondo Monetario Internacional y promueve la “cooperación” con Washington en temas de seguridad y justicia. Paz, con un posicionamiento más moderado, propone un “capitalismo para todos” que combine la atracción de capital extranjero con cierta intervención estatal. En cualquier caso, ambos proyectos se distancian del modelo soberano y redistributivo que caracterizó el proyecto de transformación que encabezó Evo Morales cuando estuvo en la presidencia.
Proscribir no es desaparecer: la influencia persistente de Evo Morales en las urnas bolivianas
La participación electoral en primera vuelta alcanzó el 86,95%. De un total de 7.936.515 ciudadanos habilitados, votaron 6.900.418 personas. Cerca de 370.000 electores residen en el exterior, en su mayoría en Argentina, donde solo votó el 45%. El proceso estuvo marcado por la ausencia de Evo Morales, inhabilitado judicialmente, pero aún con una influencia política determinante. Su figura, aunque proscrita, sigue siendo un factor clave en el escenario electoral tras haber sido reelecto dos veces con mayoría abrumadora en los porcentajes de los votos.
La inhabilitación de Morales generó reacciones de rechazo y resistencia constante.
Al dirigente se lo ha culpado de "renunciar" durante el golpe de Estado de 2019, que llevó al gobierno a Jeanine Áñez Chávez. Ahora, se lo cuestiona por “no ceder” a pesar de la proscripción. Pero la fractura insalvable del MAS, la gestión de Luis Arce en el gobierno, el resultado obtenido el 17 agosto por el candidato oficialista, Eduardo del Castillo (3,16%) y Andrónico Rodríguez (8,22%), lleva a pensar en otras complejidades para hacer una crítica desde el campo popular. En ese contexto, la estrategia del voto nulo que planteó Evo (19,87% con 1.371.049 votos) lo posicionó como el claro representante de la alternativa al modelo antinacional que encarnan los dos candidatos que van a segunda vuelta.
La gestión del actual gobierno Arce, heredero político de Morales, enfrenta obstáculos internos y externos, secuestrado por poderes fácticos que detuvieron la recuperación económica y social. No habría que olvidar, en este contexto económico crítico, que el camino que llevó al proceso electoral estuvo asignado por el proceso judicial que culminó con la proscripción, que incluyó un intento de magnicidio contra Evo Morales, mientras ocurría un enfrentamiento entre las bases y el oficialismo, a causa del rumbo económico que fue tomando el Gobierno.
La inflación acumulada, superior al 5% en lo que va del año, la escasez de combustibles en varias regiones y un déficit fiscal que ronda el 9% del PIB, muestran el deterioro económico visible, qué se ha traducido en tensiones sociales.
MÁS INFO
De cara a esta segunda vuelta, la Federación de Cooperativas Mineras Auríferas del Norte de La Paz se declaró en emergencia por el incremento del precio del diésel (que ronda los 1,3 dólares por litro), advirtiendo que el alza golpea a un sector que emplea a más de 100.000 trabajadores. En paralelo, gremiales, juntas vecinales y colectivos autoconvocados marcharon en La Paz, Sucre y El Alto, no solo por el costo de vida, sino también contra manifestaciones racistas surgidas en la campaña electoral.
Recientemente, Evo Morales participó en el Primer Gran Encuentro del Movimiento Intercontinental Anticolonialista (MIA) + Runasur en Villa Tunari, su bastión político en el Trópico de Cochabamba. Durante el evento, que reunió a sindicalistas, campesinos bolivianos y delegaciones internacionales, Morales arremetió contra Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). "Estados Unidos ya no es una potencia económica" y "vive vendiendo armas, provocando nuevos enemigos", "ojalá las nuevas generaciones acaben con la OTAN". Además planteó que el capitalismo no traerá paz: "no hay capitalismo sin guerra" y "no hay imperialismo sin armas". Ratificó la necesidad de que los pueblos pasen "de la resistencia a la toma del poder", mientras los asistentes expresaron su rechazo a lo que consideraron una exclusión "injusta" e "ilegítima" de las elecciones de quien fue el primer presidente indígena y lideró Bolivia por más de una década.
La recta final de la segunda vuelta de este domingo 19
El tramo final de la campaña estuvo dominado por los debates y los actos de cierre, donde Paz y Quiroga buscaron consolidar apoyos y marcar sus diferencias en un escenario de fuerte polarización. Ambos candidatos apelaron a discursos de estabilidad y modernización, aunque con matices en el tono y las prioridades. Los debates televisados expusieron sus estrategias: Paz intentó mostrarse como una alternativa conciliadora y pragmática, mientras Quiroga apostó por la firmeza y la experiencia de gobierno. Los cierres de campaña, cargados de símbolos y promesas, reflejaron la disputa por el voto urbano y de clase media, decisivo para el resultado del balotaje.
El aspirante del PDC, Rodrigo Paz, abrió el debate sobre la salud proponiendo reformar la Caja Nacional de Salud para hacerla pública-privada y usar sus casi Bs 5.000 millones en caja y bancos a favor de los asegurados. En educación, Paz ratificó su propuesta de distribución de recursos cincuenta/cincuenta (50/50) y prometió terminar con la Ley de Educación Avelino Siñani y otorgar la potestad de formación a las regiones. En el eje económico, Paz difirió de su rival al descartar la solicitud de US$ 12.000 millones al Fondo Monetario Internacional (FMI). Aseguró que hay créditos aprobados por US$ 3.500 millones que no se desembolsan por la baja ejecución del actual gobierno.
Por su parte, Jorge "Tuto" Quiroga, un representante más claro de la elite boliviana, insistió en la necesidad de un financiamiento acudiendo al FMI. En su defensa, Quiroga confirmó que su viaje a Estados Unidos incluyó reuniones con el Tesoro, el Secretario de Estado y el Departamento de Seguridad, argumentando que los organismos internacionales requieren un criterio político del gobierno de Estados Unidos. Además de la coincidencia en descentralizar salud y educación, Quiroga también se abrió a la iniciativa de reformar la Caja Nacional de Salud.
El cruce de acusación también marcó el debate, con Paz mencionando la amnistía que Evo Morales concedió a Quiroga en 2018 por los llamados Petro contratos. Quiroga lamentó que se recurriera al "barro" en lugar de propuestas. El desenlace de la contienda se acerca, mientras figuras afines al presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, han advertido que, si Paz o Quiroga no cumplen con sus programas, podrían ser sometidos a un referéndum revocatorio.
El debate se caracterizó por una ausencia en la profundidad de discusiones sobre los recursos naturales del país y su industrialización. Recordemos que Bolivia concentra alrededor del 23% de las reservas mundiales de litio, localizadas principalmente en el Salar de Uyuni, junto con los salares de Coipasa y Pastos Grandes. Estos yacimientos forman parte del “triángulo del litio” que comparte con Argentina y Chile. Además, el país sigue siendo un proveedor importante de gas natural para Brasil y Argentina, aunque los ingresos por exportación han caído más de un 40% en los últimos cinco años.
Sin embargo, son temas que están en la agenda política y de gobierno de ambos. Quiroga propone un régimen impositivo variable que favorezca la inversión extranjera, mientras Paz impulsa una ley de riesgo compartido que divide las ganancias entre el Estado y las empresas privadas. Ambos coinciden en abrir el sector energético a nuevos actores internacionales, especialmente estadounidenses, lo que despierta preocupación en sectores sindicales e indígenas.
El debate sobre la soberanía energética vuelve así al centro de la escena. Durante los años de Evo Morales, la nacionalización de los hidrocarburos permitió que el Estado boliviano captara más del 80% de la renta del gas, lo que financió programas sociales, infraestructura y redistribución. Hoy, el temor de amplios sectores populares es que el país retroceda a un modelo extractivista subordinado a intereses externos, donde los beneficios de la riqueza natural se concentren en manos de pocos.
La disputa en Bolivia, más allá de los nombres, refleja la lucha por la soberanía y el rumbo de un proceso de transformación iniciado hace años, en un contexto regional donde la democracia liberal ha cedido por completo a la posibilidad de representar y responder a las demandas básicas de porciones mayoritarias de la población.
Aunque el escenario electoral muestra un destino manifiesto para Bolivia, la profunda tradición de lucha del campo popular, con un aguerrido indigenismo como protagonista muestra que, la pregunta por las alternativas que tiene el campo popular, más allá de las urnas, quedará como una pregunta abierta.