Fastidioso con Milei, Rocca apaga un alto horno y amenaza con despidos masivos

El dueño de Techint apagó el alto horno de San Nicolás y aceleró un masivo conflicto por actualización salarial. El hecho ocurrió luego de otra escalada en la “guerra de la chatarra” que el empresario libra con el Gobierno por la apertura importadora y el atraso cambiario. El plan trasandino para importar agua de Chile y la insatisfacción de la élite.

06 de septiembre, 2025 | 15.00

El primer lunes de septiembre, mientras se conmemoraba el Día de la Industria, una paradoja cruel se desplegaba en San Nicolás. El alto horno de Ternium, símbolo de la siderurgia nacional desde los tiempos de la SOMISA estatal, comenzaba su proceso de apagado. La última colada se derramaba como respuesta del empresario Paolo Rocca a la provocación que Federico Sturzenegger le había lanzado apenas días antes en la cena anual de la Universidad de San Andrés.

Perdón Paolo, abrimos la importación de acero, cayó 40-50%”, había dicho el ministro de Desregulación ante un auditorio que no ocultó la incomodidad. La frase, aparentemente casual, escondía el núcleo de una disputa que trasciende la coyuntura: el empresario que bancó la campaña presidencial de Javier Milei se vio expuesto, como tantos otros argentinos en los últimos 20 meses, al escarnio que prodiga el gobierno cuando cree que lleva las de ganar.

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Claro que, a diferencia de jubilados, docentes, personas con discapacidad o científicos, Rocca dispone de poder de fuego para responder a las bravuconadas oficiales. Y esta semana —justo en la previa de un comicio crucial para el Ejecutivo— ordenó disparar.

Anatomía de un conflicto calculado

El apagado del alto horno de la planta General Savio coincidió con el anuncio de 220 despidos en empresas contratistas y la amenaza de otros 150 en Tenaris Siderca, en Campana. No se trata de una crisis empresarial: el mismo Rocca, pocos días antes, había celebrado los avances de una inversión multimillonaria en Chile, donde Techint desarrolla “la obra de infraestructura más grande de la historia de ese país”, según la jactancia empresarial.

La Unión Obrera Metalúrgica (UOM), conducida por Abel Furlán, detectó la maniobra al vuelo: “Frente a la voracidad de Paolo Rocca y el ajuste de Ternium y Tenaris, los metalúrgicos decimos basta. Perdimos 30 por ciento de nuestro poder adquisitivo mientras Techint se enriquece a costa de nuestros salarios”.

Los números que maneja la UOM son contundentes: en la última década, los trabajadores de la siderurgia perdieron un 30% del poder adquisitivo mientras el grupo empresario acumuló ganancias que, según los cálculos sindicales, arrojan 50 millones de pesos por trabajador. “Hay trabajadores de empresas contratistas que no llegan a 800 mil pesos por mes. Esto es lo que pretende pagar el principal industrial de Argentina”, sostuvo Furlán.

La masiva movilización del pasado jueves 4 de septiembre, que partió desde las instalaciones de Ternium hacia la Plaza Mitre, exhibió las dimensiones políticas del conflicto en un escenario donde convergen la crisis industrial y la confrontación entre el poder económico, político y la sociedad de a pie. “No vamos a aceptar que Paolo Rocca pague el salario que quiera”, advirtió Furlán ante una multitud que superó los 2.500 participantes, según las estimaciones sindicales.

La presencia del intendente Mauro Poletti, de Fuerza Patria, junto a otros dirigentes del peronismo local mostró el cambio de clima político provocado por las denuncias de coimas, la pauperización de las condiciones económicas y, también, las fisuras entre el gobierno y su ¿ex? aliado empresarial. El Movimiento Derecho al Futuro (MDF) de San Nicolás no dudó en trazar la línea de continuidad histórica con la década del ‘90, referencia ineludible para un gobierno copado por el Clan Menem: “Fueron (esas políticas) las que le permitieron a Rocca comprar la planta por monedas, dejando en la calle a los trabajadores y hundiendo a San Nicolás y la zona en la miseria”, recordó.

El conflicto acelerado por Rocca pone en riesgo 7.000 empleos directos e indirectos y amenaza con detener la producción de dos millones de toneladas anuales de acero plano, fundamentales para la industria nacional. El paro por tiempo indeterminado de los trabajadores de 52 empresas contratistas, que ya lleva más de dos semanas, es un síntoma de la desesperación económica para trabajadores que hasta hace poco pagaban ganancias por ingresos y eran considerados la “crema” del mercado laboral.

El plan de estabilización por inanición, que la élite argentina diseñó en los meses de incubación de la gestión Milei en el Hotel Libertador, ya se comió a los peones. Y ahora amenaza al Rey del empresariado local, justo cuando se dispone a extender sus dominios desde el Atlántico hasta el Pacífico.

La quimera del agua

En pleno conflicto en la planta que lo impulsó al mundo, Rocca celebró la participación de su firma en la planta desalinizadora de Codelco, que el propio empresario calificó como “un hito de ingeniería”. El proyecto forma parte de un plan más amplio para “traer agua” a futuros emprendimientos mineros en Argentina.

Techint apuesta a la integración regional en materia de recursos hídricos, aprovechando la experiencia adquirida en Chile para desarrollar proyectos similares en el país. Esta estrategia cobra sentido en un contexto donde la minería argentina, impulsada por beneficios extraordinarios cedidos por el gobierno nacional, demanda soluciones tecnológicas de alta complejidad para el aprovechamiento del agua de mar. 

La expansión internacional de Techint no se limita a Chile. En junio, la compañía anunció su participación en Mexinol, la mayor planta de metanol verde del mundo, ubicada en el estado de Sinaloa, México. El proyecto contempla una inversión superior a los 3.300 millones de dólares e incluirá una planta con capacidad para producir 6.130 m³ diarios de metanol mediante tecnología de captura de carbono, alcanzando una producción anual combinada de metanol verde (350.000 toneladas) y metanol azul (1.800.000 toneladas) La UOM apuntó a la “voracidad” de Paolo Rocca y lo responsabilizó por los “salarios de hambre”. La participación en este consorcio junto a Samsung E&A refuerza la estrategia de Rocca de posicionar a Techint en los mercados de energías renovables y tecnologías limpias a nivel regional.

El timing de estos anuncios no parece casual: hace tiempo que Techint amenazaba con apagar el horno de la ex SOMISA e importarse a sí mismo desde México y Brasil para reorientar la compañía hacia desarrollos mineros y energéticos. La provocación de Sturzenegger sirvió la excusa en bandeja para avanzar en esa dirección.

Apagón político

El apagado del alto horno de Ternium trasciende las consideraciones técnicas o económicas para constituirse en una operación política de alta complejidad. La decisión de paralizar la producción de acero en pleno Día de la Industria respondió a una planificación que había antecedido a la provocación de Sturzenegger, pero el empresario de la principal empresa manufacturera argentina —que tiene origen en Italia y sede legal en Luxemburgo para eludir impuestos— estimuló el conflicto gremial para acelerar una reconversión productiva que privilegia la importación por sobre la integración de la industria local.

La remañida —y suicida— lógica empresarial que subordina el desarrollo productivo nacional a los cálculos de rentabilidad de sus compañías tiene en el apagado del alto horno su expresión más acabada. Rocca, aportante entusiasta del Experimento Libertario, ahora reprocha que el gobierno no sostenga las protecciones arancelarias que lo convirtieron en lo que es.

El costo social de la disputa entre élites

El conflicto que enfrenta a Rocca con el núcleo duro del gobierno libertario tiene como principal víctima a los trabajadores de la siderurgia. “Aspiramos a tener una vida digna, mandar a nuestros hijos al colegio, a educarlos, a vestirlos, a que tengan esparcimiento”, planteó Furlán.

La crítica sindical apuntó al corazón del modelo económico vigente: “Paolo Rocca posee una actitud intransigente por estirar la resolución del conflicto y forzó a una de las firmas a rescindir el contrato y echar a 220 trabajadores de Loberaz, una empresa de montajes industriales que rompió el contrato con Ternium”.

La denuncia de la UOM sobre el sometimiento de las paritarias “a la no homologación” por parte de Julio Cordero, ex responsable del área laboral de Techint devenido en secretario de Trabajo de la Nación, expone la articulación entre poder gubernamental y económico para disciplinar reclamos salariales. Pero como efecto colateral, permite poner el foco en un detalle revelador: un gobierno que pasó la motosierra sobre los sectores más vulnerables ya no satisface ni a la élite que lo incubó.