Importante distinción a una científica que diseña kits de diagnóstico rápido para enfermedades infecciosas

Ganó el premio “Fima Leloir” a la excelencia en jóvenes investigadores, instituido por la sobrina y ahijada del Premio Nobel argentino, dotado de 15.000 dólares 

27 de noviembre, 2025 | 20.00

Ya de adolescente, cuando sus días transcurrían en la relativa tranquilidad de La Pampa, a Ana Sol Peinetti le gustaban materias que no eran precisamente las más populares entre sus compañeras de estudio, física y química. “Cuando terminé la secundaria, dudaba qué elegir, pero hay algo de la química que me gusta mucho: poder ensamblar átomos y moléculas que tengan la función que uno quiere, generar herramientas, nuevos materiales, entender sistemas para controlarlos –cuenta–. Siendo mujer y de una ciudad chica, a veces es difícil decidirse por estas disciplinas, pero mi mamá siempre respaldó mi vocación”. 

Todo indica que no se equivocó. Doctorada en la UBA y  posdoctorada en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, actualmente Peinetti es investigadora del Conicet y directora del Laboratorio de Bionanotecnologías en el Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (Inquimae), y a los 38 años su tarea ya fue reconocida con el premio L’Oréal-Unesco por las Mujeres en la Ciencia (2021), recibió importantes subsidios internacionales, como el que a fines del año pasado le otorgó la Fundación Pew, un entidad norteamericana que promueve la investigación interdisciplinaria de excelencia, y el Pew-Chan Zuckerberg Initiative Repatriation Award (2025). 

Prototipo de los kits de diagnóstico

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Ahora, se dio a conocer que es la ganadora del premio “Fima Leloir”, que cada dos años otorga 15.000 dólares a jóvenes investigadores, por su trabajo en el desarrollo de tests de diagnóstico rápido y alta sensibilidad para enfermedades infecciosas que puedan utilizarse fuera del hospital y sin necesidad de equipos complejos, como el hogar o los aeropuertos. El voto de los jurados fue unánime. 

“Cuando me presenté, no esperaba ganar –confiesa–, por los que lo ganaron antes y lo que significa. Es un momento muy difícil para los científicos argentinos, pero estos reconocimientos nos incentivan para seguir trabajando en nuestros proyectos. Es una alegría y una gran motivación. A veces nos olvidamos de la tradición científica que tenemos, que reconoce a la ciencia como motor de progreso y para resolver problemáticas locales, y creo que de algún modo estas iniciativas nos recuerdan lo importante que es investigar en el país”.

Al frente del grupo de seis personas que lidera en el Inquimae, Peinetti combina técnicas de bioingeniería y bioquímica de ADN en las que se especializó durante el posdoctorado que realizó en Estados Unidos, con su formación en química de materiales. Son métodos de vanguardia cuyo patentamiento está en trámite

“A los tests rápidos que se usaron en la pandemia, si dan positivo, uno puede creerles, pero si dan negativo, como tienen problemas de sensibilidad, no ofrecen seguridad de que la persona no esté infectada –explica–. Si la carga viral es baja, pueden dar falsos negativos. Para un uso diagnóstico, hay que recurrir a otras técnicas, como la qPCR [técnica de biología molecular que combina la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), para amplificar secuencias específicas de ADN o ARN con la detección simultánea de los productos amplificados]. Pero si uno quiere salir de los centros de médicos grandes, que tengan esos equipos, e ir al campo, a zonas más alejadas, o incluso al hogar del paciente, existen algunas alternativas que detectan el material genético del virus, pero con el problema de que muchas veces se contaminan y te pueden dar falsos positivos. Puede haber contaminación cruzada. En ese sentido, detectar antígenos (es decir, proteínas de los virus), es más confiable, pero la baja sensibilidad puede arrojar falsos negativos.  Nuestra idea es hacer un salto tecnológico para que estos tests rápidos de antígenos tengan la sensibilidad indispensable y aprovechar las ventajas que ofrecen para usarlos fuera de los centros médicos”.

Peinetti, a la izquierda, en su laboratorio

A simple vista, el kit en el que trabajan es similar al de un test de embarazo. Pero para que la sensibilidad sea la indispensable, los científicos tienen que  transformar el antígeno detectado en una señal de ADN que se pueda amplificar dentro del mismo dispositivo. Y eso se logra por medio de algo que denominan aptámeros. 

Los ‘aptámeros’ son moléculas de ADN sintéticas, diferentes de las que tienen los virus y tenemos nosotros –detalla Peinetti–. Las obtenemos en el laboratorio por ingeniería genética, son cortitas y funcionan como si fuesen anticuerpos en el sentido de que reconocen específicamente el antígeno de interés. Es una suerte de link para transformar la señal de antígeno en una de ADN, que podemos después amplificar incorporándolo en nanostructuras. El aptámero reconoce el antígeno y se desata un cambio en las nanostructuras que multiplican la señal”.

Gracias al Fondo de Innovación de la Fundación Pew, Peinetti está colaborando con Daiana Capdevila para alcanzar esa meta en los próximos tres años. “Creemos que podemos llegar a desarrollar una tecnología escalable para que luego alguna empresa la lleve al mercado –precisa–. Lo interesante es que estos aptámeros los podemos obtener para distintos antígenos, distintos virus. Parte del proyecto se centra en desarrollar una herramienta para patógenos emergentes, incluso antes de que se propaguen, y para eso trabajamos con [la viróloga de la Fundación Instituto Leloir] Andrea Gamarnik. Un consorcio grande está generando un biobanco de distintos arbovirus y nuestra idea es desarrollar alguna estrategia para, a partir estos aptámeros, estar un paso más adelante y reconocer posibles futuros. Incluso, en el caso del dengue, podríamos sintetizarlos específicamente para cada uno de los cuatro serotipos del virus, lo que permitiría saber en cada caso si una segunda infección se da con la misma variante o con otra (que puede aumentar el riesgo de un cuadro grave)”. 

“Epidemias previas de arbovirus (dengue, zika, chikunguña) y pandemias mostraron el gran desafío que tienen los sistemas de salud a la hora de realizar una vigilancia epidemiológica y diagnósticos oportunos, en parte debido a que las pruebas de diagnóstico disponibles no son adecuadas para su uso fuera de instalaciones médicas. Por lo tanto, las soluciones en el punto de atención (PoC) para el diagnóstico descentralizado y accesible de arbovirus son esenciales para controlar la propagación de estas enfermedades y proporcionar el tratamiento diferencial necesario para cada una”, explicó Peinetti en el proyecto con el que se presentó al premio.

Esta distinción se entrega desde 2016 para alentar a científicos y científicas jóvenes dedicados a la investigación básica en ciencias biomédicas, biología o fisiología. Este año, recibieron menciones de honor María José Iglesias, directora del Laboratorio “Regulaciones Redox en Plantas”, del Ifibyne-UBA- Conicet; y Agustín Mangiarotti, del Centro de Investigaciones en Química Biológica de Córdoba (Ciquibic-Conicet-UNC).

Trabajé varios años en los Estados Unidos, pero siempre tuve la idea de volver a hacer ciencia acá –concluye Peinetti–. Es lo que más me interesa y le da sentido a lo que hago, a pesar de las dificultades”.