Un nuevo estudio científico reveló que los árboles que crecen en entornos urbanos se enferman más y sufren una gran alteración en sus comunidades de microbios que los componen. De acuerdo con los resultados de este sorprendente estudio, los árboles también se estresan con la ciudad y eso trae importantes consecuencias negativas.
Los humanos no son los únicos que sufren el estrés urbano. Esta investigación, realizada por el laboratorio Bhatnagar de la Universidad de Boston, detectó que los árboles de las grandes ciudades pierden hongos aliados esenciales para su salud, mientras que aumentan bacterias asociadas a enfermedades y emisiones contaminantes.
Los preocupantes resultados del estudio
Este hallazgo preocupa a los especialistas, ya que como consecuencia, estos cambios impactan en la calidad ambiental de las ciudades. El estudio detectó una disminución significativa de los hongos ectomicorrícicos que fortalecen las raíces, mejoran la absorción de agua y nutrientes y actúan como una defensa natural frente a enfermedades.
Según el estudio, en su lugar aparecen bacterias oportunistas, algunas capaces de emitir óxido nitroso, un gas con un poder de calentamiento global 300 veces mayor que el dióxido de carbono.
Así, se demostró que a diferencia de los árboles de los bosques, los árboles urbanos tienen una menor diversidad fúngica y mayor presencia de microorganismos patógenos.
Estos cambios microbianos están asociados a factores del ambiente de las ciudades, como la compactación del suelo, la falta de humedad, la contaminación y la presencia de sales. Los investigadores señalan que estas condiciones alteran la simbiosis natural entre los árboles y sus microorganismos, volviéndolos más vulnerables.
Las consecuencias para los humanos
El avance de la urbanización, que se duplicará hacia 2050, pone en evidencia la necesidad de entender mejor cómo funcionan los ecosistemas urbanos. Si los árboles pierden su microbioma beneficioso, su vida útil se acorta y se reducen servicios esenciales como la provisión de sombra, la captura de dióxido de carbono, la regulación térmica y el filtrado de contaminantes.
Los especialistas señalaron que esta pérdida de funciones ecosistémicas podría profundizar desigualdades, afectando especialmente a barrios que tienen una menor cantidad de vegetación y mayor exposición al calor extremo.
Qué se puede hacer al respecto
Los investigadores señalaron que a pesar de esto, muchos de estos factores son modificables. Algunas alternativas son mejorar la calidad del suelo, optimizar el riego y reducir el impacto del tránsito y de los químicos en el entorno de los árboles para revertir este deterioro.
Además, señalaron que los vecinos de estos entornos urbanos pueden hacer cambios pequeños que contribuyan a solucionar este problema. Acciones simples como regar los árboles, evitar pisar el suelo alrededor del tronco o aplicar mulch orgánico ayudan a proteger el microbioma de los árboles.
Por otro lado, los investigadores remarcan la importancia de que los gobiernos lancen políticas de gestión del arbolado para evitar que este problema se siga perpetuando, como activar programas de monitoreo del suelo y forestación con criterios de biodiversidad.
