Por qué comemos cada vez más huevos al punto de que Argentina es el segundo consumidor del mundo: las razones detrás del nuevo hábito

En ferias, almacenes y calles de barrio, la imagen de personas cargando maples de huevos se volvió habitual, casi icónica, así como los carteles anunciando ofertas. Por qué es una postal de época y qué hay detrás del nuevo hábito.

02 de agosto, 2025 | 19.00

En la Argentina actual, donde la inflación deteriora el poder adquisitivo de las personas y el precio de los alimentos redefine la economía doméstica, hay un producto cuyo consumo ha crecido significativamente y hoy es un gran aliado de la mesa familiar: el huevo. En tiempos de crisis y en el marco de una caída histórica del consumo de carne vacuna, este alimento, por su valor nutricional y versatilidad, pasó a convertirse en la principal fuente de proteína animal en muchos hogares. Nuestro país ha batido un récord histórico y es el segundo mayor consumidor de huevos del mundo, luego de México, nación que se caracteriza por una gran  parte de la población en condiciones de inseguridad alimentaria y hambre.

Pero el impacto de este fenómeno no se observa solo en cifras, sino en cambios en la vida cotidiana. En ferias, almacenes y calles de barrio, la imagen de personas cargando maples de huevos se volvió habitual, casi icónica, así como los carteles anunciando ofertas. El cartón que antes estaba asociado a comerciantes, compras por volumen, se transformó en un símbolo del consumo popular en tiempos de ajuste. Llevar un maple en la mano ya no es una rareza sino una postal de época. 

Una evolución sostenida: del huevo ocasional al consumo diario

El consumo de huevos en Argentina creció de manera constante durante las últimas dos décadas, pero se aceleró notablemente a causa de la crisis económica reciente. Segun información de la Cámara Argentina de Productores e Industrializadores Avícolas (CAPIA), en 2003 el promedio por persona por año era de 129 huevos. Para 2022, esa cifra se había más que duplicado, alcanzando las 314 unidades anuales, y en 2023 volvió a subir a 325 huevos por habitante.

En 2024, el consumo alcanzó un récord histórico de 363 unidades por persona por año (8% más que el año anterior), lo que significa casi un huevo diario. Y si bien los datos oficiales de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación para 2025 aún no están consolidados, las cifras preliminares indican que la tendencia se sostiene, con más de 360 unidades anuales por habitante. Las estadísticas posicionan a Argentina como el segundo mayor consumidor de huevos del mundo, detrás de México, un país caracterizado por la inseguridad alimentaria que afecta a gran parte de su población.

Hay dos factores combinados que explican esta transformación: en principio, a nivel mundial, un giro en la percepción sobre el consumo de huevos que hasta hace algunas décadas se asociaba al aumento del colesterol en sangre y un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.  A partir de diferentes estudios se ha demostrado que el huevo, por el contrario, es un alimento nutritivo con numerosos beneficios para la salud. Al respecto, Florencia Guma, licenciada en nutrición (MN 5465), explica que por esta razón durante mucho tiempo se limitaba el consumo, sobre todo de la yema, pero hoy se sabe que el colesterol que ingerimos las personas en los alimentos no influye de forma directa y significativa en el colesterol sanguíneo en la mayoría de los casos: “Las nuevas investigaciones comenzaron a consolidarse a partir de los 2000 y desde entonces organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud, la Asociación Americana del Corazón o nuestras propias guías alimentarias han dejado de poner límites estrictos al consumo de huevo en personas sanas. Esto marcó un cambio importante”. 

Paralelamente, el boom de su consumo, a nivel doméstico, responde a cuestiones y necesidades económicas que impactaron en las elecciones y patrones alimentarios: mientras la inflación general en 2024 fue del 117,8 %, el precio de la caja de huevos subió solo un 56,75 %, lo que indica que solo se trasladó aproximadamente un 48 % del impacto inflacionario al consumidor. Este desfasaje explica, en buena parte, por qué el huevo es una opción cada vez más elegida y conveniente frente al encarecimiento e inaccesibilidad de otras proteínas como la carne, el pollo o el pescado.

El empresario Eduardo Bonavena, referente del rubro avícola, advierte sobre esta confluencia de factores : “Se conjuga una tendencia mundial, global, del aumento del consumo, dado que desde hace varios años se recomienda porque no afecta a la salud, y puntualmente, aquí en la Argentina, la cuestión económica, ya que hoy un kilo de proteína saludable que te brinda el huevo vale el 30% de un kilo de carne vacuna. La diferencia es categórica. Esto, asociado al bajo nivel de ingreso en general, hace que la gente lo consuma y lo pueda comprar a un precio más razonable”.

Sin embargo, en las últimas semanas, este boom se vio amesetado por la drástica situación de los bolsillo. Incluso este recurso empieza a mostrar señales de saturación por la baja en las ventas y el sobre stock en las granjas de producción. El propio empresario advierte sobre una situación que preocupa al sector: “En este último mes el precio salido de granja bajó un 30% por dos causas: un aumento de la oferta y una disminución en el consumo, porque la gente, a pesar del precio, tampoco lo está consumiendo, lo cual evidencia una situación de extrema gravedad social”.

El huevo como proteína de emergencia

La creciente presencia del huevo en la dieta cotidiana no debe leerse como una simple preferencia alimentaria, sino como una expresión directa de las condiciones socioeconómicas en las que vivimos los argentinos a partir de las políticas de ajuste implementadas por el gobierno nacional. La imposibilidad de acceder a la carne y su reemplazo por el huevo no obedece a un cambio cultural deliberado, sino a una necesidad concreta de sostener el consumo de proteínas en la mesa y preservar cierta calidad nutricional ante el aumento sostenido del costo de vida.

Desde el plano nutricional, el huevo también cumple un rol clave en contextos de inseguridad alimentaria. Así lo explica la licenciada Guma, especialista en la atención en salud, las políticas alimentarias y la comunicación en salud: “En este escenario donde muchas familias enfrentan dificultades para acceder a alimentos básicos, el huevo aparece como una alternativa accesible, nutritiva y también versátil. Se lo podría pensar como una proteína de emergencia, entre comillas, en tanto permite garantizar un mínimo aporte proteico de calidad a bajo costo, sin necesidades de grandes recursos para su cocción ni conservación”. Y agrega además que la versatilidad es una de sus mayores cualidades a la hora de preparar el menú o resolver las comidas del día: “al mismo tiempo puede formar parte de preparaciones tanto omnívoras como basadas en plantas, funcionando como un complemento valioso en múltiples patrones alimentarios. En definitiva, el huevo puede ser un gran aliado nutricional cuando se le integra en una alimentación variada y saludable, especialmente en tiempos donde el acceso a los alimentos es cada vez más desigual”.

En ese sentido, que los argentinos comamos más huevos no es un dato menor ni una curiosidad del patrón alimentario. Es el reflejo de un proceso de adaptación forzada, y una respuesta racional ante el deterioro de las condiciones de vida y la obligación de reducir gastos y optimizar recursos. La reorganización de prioridades alimentarias en contextos de crisis es una señal clara de los límites del modelo económico actual.