Concluidas las ceremonias fúnebres por la muerte del Papa Francisco, los 133 cardenales electores de la Iglesia Católica ingresaron al cónclave: un encierro bajo estrictas reglas de aislamiento en la Capilla Sixtina para definir al nuevo sucesor de Pedro. Entre ellos, cuatro son argentinos y figuran como potenciales candidatos, aunque las posibilidades de que alguno sea elegido son, por ahora, escasas.
En este proceso, que mezcla mística religiosa y geopolítica interna del Vaticano, muchos observadores coinciden en que la figura del próximo Papa dependerá tanto del Espíritu Santo como de alianzas, disputas y tensiones doctrinales que dividen a la Iglesia en líneas progresistas y conservadoras. La impronta dejada por Francisco también jugará su papel, aunque nada garantiza que su legado se prolongue sin cambios.
Los nombres que más suenan en los pasillos vaticanos para sucederlo son el italiano Pietro Parolin y el filipino Luis Antonio Tagle, pero entre los 133 purpurados se esconden sorpresas posibles. Desde Argentina, los cuatro cardenales que participarán como electores llegan con perfiles diversos y vínculos distintos con el difunto Pontífice.
Víctor Manuel Fernández: el heredero natural del pensamiento de Francisco
Entre los argentinos, el más mencionado como posible papable es Víctor Manuel "Tucho" Fernández, exarzobispo de La Plata y actual prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Hombre de extrema confianza de Jorge Bergoglio, lo acompañó por más de tres décadas y su visión teológica está en línea directa con el Papa fallecido. Fue autor del documento Fiducia Supplicans, que abrió la posibilidad de bendecir a parejas del mismo sexo, una medida que desató críticas dentro de los sectores conservadores.
Fernández también se caracterizó por tomar decisiones que lo enfrentaron al ala más tradicional de la Iglesia argentina, como la prohibición de las misas en latín en La Plata. Desde Roma, expresó su pesar por la muerte de Francisco: “Este mundo perdió un padre”, declaró. Su cercanía al difunto Papa y su papel clave en el último tramo del pontificado lo posicionan como una figura de continuidad, aunque sus detractores podrían bloquear su candidatura.
Ángel Rossi, Mario Poli y Vicente Bokalic: tres perfiles pastorales con historia
El jesuita cordobés Ángel Sixto Rossi también fue formado bajo la mirada de Bergoglio. Fue su alumno y compañero en la Compañía de Jesús, y actualmente es arzobispo de Córdoba. Con un estilo pastoral cercano, su nombre circuló en medios por su respuesta cuando fue consultado sobre la posibilidad de ser Papa: “Yo, papa frita”.
Mario Aurelio Poli, sucesor de Francisco en la Arquidiócesis de Buenos Aires, optó por marcar cierta distancia con su predecesor: “No soy Bergoglio en eso”, aclaró sobre su vínculo con la política. A pesar de eso, impulsó el diálogo interreligioso y trabajó temas sensibles como la administración de la Comunión a divorciados.
Por último, el santiagueño Vicente Bokalic, actual primado de Argentina, también fue designado cardenal por Francisco y comparte su impronta pastoral. Fue obispo auxiliar de Bergoglio y su lema, “Me envió a evangelizar a los pobres”, lo vincula con la opción por los más vulnerables. Antes del Cónclave, expresó: “El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Estamos buscando su luz para acertar con el nuevo sucesor de Pedro”.
Una elección marcada por tensiones internas y la sombra del legado papal
A pesar de los nombres argentinos, los analistas coinciden en que las chances de que uno de ellos sea elegido son mínimas. La repetición de nacionalidad pesa, pero también lo hacen los equilibrios de poder y las corrientes teológicas en juego. Los sectores más conservadores buscan marcar una diferencia con el papado de Francisco, mientras que otros intentan sostener el estilo sinodal y pastoral que marcó al primer Papa latinoamericano.
Por ahora, el cónclave continúa bajo estricto secreto. La tradición dice que “quien entra Papa, sale cardenal”, pero la historia ha demostrado que todo puede cambiar entre esas paredes. Argentina, con cuatro voces, participa del proceso. Si bien el milagro de una segunda elección papal desde el sur del mundo parece lejano, en Roma todo puede pasar.