Daniel Santucho Navajas, el nieto 133 y el libro que cuenta su historia: "Quiero mantener viva la memoria"

Daniel Santucho Navajas, el nieto recuperado 133, habló con El Destape sobre el lanzamiento de su libro autobiográfico en donde relata en primer persona cómo fue el proceso para conocer su verdadera identidad.

27 de marzo, 2025 | 16.30

Daniel Santucho Navajas vivió 46 años bajo una identidad que no era la de él. El 10 de enero de 1977, Cristina Navajas, su mamá, lo dio a luz en el pozo de Banfield, centro de detención clandestina en donde se encontraba privada de su libertad durante la última dictadura militar: de ese parto nació Daniel, quien fue apropiado y obligado a vivir una vida alejado de sus raíces, pero cuando la semilla de la duda se plantó en él, fue imposible frenarlo. 

A casi dos años de conocer su verdadera identidad, Santucho Navajas dedica gran parte de su tiempo a inculcar el ejercicio de la memoria. Ahora, publicó su libro Nieto 133 (Planeta) en donde cuenta en primera persona su historia de vida y el proceso que le llevó descubrir quién es. En diálogo con El Destape, Daniel abrió su corazón y contó cómo fue el proceso del libro, anécdotas inéditas y explicó por qué es fundamental que el Nunca Más siga presente entre los argentinos.

Este es tu segundo 24 de marzo conociendo la verdad: tu identidad. Pero también es una fecha particular, porque antes esta fecha era tu cumpleaños. ¿Qué significa el 24 de marzo para vos?

- Es el segundo 24 de marzo que lo vivo con la verdad, antes de conocerla cada 24 de marzo era un día doloroso por llevar esas dudas. Era la fecha que mis apropiadores habían anotado como la fecha de mi cumpleaños, y la que estuvo en mi documento por 46 años. El año pasado, poder vivirlo junto a la verdad, con mi papá, mi hermano, y toda la gente de Abuelas, estar en la plaza, fue hermoso, una sensación increíble. Entendí que no puede haber otro 24 de marzo que no sea en la plaza.

¿Cómo fue el proceso de tu libro? 

- La verdad es que estoy muy orgulloso del libro, estoy muy conforme por como quedó. Fue un camino muy necesario, me hizo muy bien. Fueron meses de muchas sensaciones: compartir tiempo con mi papá, mis hermanos, pero también de que me vengan muchos recuerdos de mi infancia y mi adolescencia. Empecé a escribir sin tener pensado editar un libro, pero bueno, luego llegó la propuesta por parte de mi primo y su esposa, Paula, que me ayudó a ordenar un poco estas ideas. Ahí empezamos con el proceso del libro y la verdad es que me ayudó también en este camino de asumir y tener en claro cuál es mi verdadera identidad. En este camino que vengo recorriendo hace un año y medio pasaron un montón de cosas, todas muy positivas y muy lindas, y entre ellas está este libro.

¿Cuál creés que es la importancia de tu testimonio y la llegada que puede tener?

- Creo que la llegada es el momento, el presente que estamos viviendo es muy necesario poder aportar. En este caso yo con mi libro para mantener viva la memoria, creo que pasa por ahí. Uno de los comentarios que me llegaron a través de las redes, uno de los más lindos, fue una profesora que me dijo que había adquirido el libro y que lo iba a compartir con sus alumnos. Creo que es lo mejor que me podría haber dicho, el mejor elogio.

Sos papá de dos nenas chicas, ¿qué creés que se necesita para inculcarle a las generaciones que vienen el ejercicio de la memoria?

- Creo que como fue históricamente. Artistas se han expresado y han colaborado siempre, de diferentes rubros, ya sea libros, arte, música. Creo que los chicos a medida que van conociendo se van interesando más. Yo doy charlas en colegios y que al despertar el interés, por ahí algo que lo veían como lejano, lo traen para el presente. Mis hijas estaban creciendo con una identidad que no era la de ellas y podrían estar en las edades de estos chicos, por eso también surge el interés. Es traer una historia que está muy presente y es muy necesario seguir la búsqueda de los nietos que faltan y en ese camino sembrar también la memoria. Los chicos se emocionan, se abrazan, lloran. Creo que más allá de la parte triste del relato, mi presente es muy feliz, y creo que eso es lo que vale para ellos también, es como una luz de esperanza. Es por eso que yo sigo con esto y cada vez más.

Hay una parte del libro en la que decís: “Por momentos formular y sostener estos interrogantes puede resultar demasiado, en otros casos es lo único capaz de sacarte de la cama y empujarte para adelante”. Y una vez que supiste la verdad, ¿cómo la habitás? ¿Siguen primando estas emociones ambiguas?

- Lo primero que se me viene a la cabeza es la búsqueda de mi familia, lo que luchó mamá, la fuerza que tuvo para que yo naciera estando en la peor situación que puede estar un ser humano. Por eso principalmente estoy eternamente agradecido y muy orgulloso de ella, la búsqueda de mi abuela Nélida y lo que luchó para que yo esté hoy acá, es lo que me impulsa. Ver a mi hermano también con tantos años de militancia y tratando de llevar la conciencia. Entendí que el camino era por ahí, lo sentí, vi la fortaleza y la valentía de mis hijas, cómo se adaptaron a esta realidad, a esta búsqueda en la estuvimos juntos. Esa valentía es la que yo tomé. También lo que me ayuda es sentir el cariño y la empatía de la gente y sacar el dolor que por tantos años tuve.

¿Cómo fue el reencuentro con tu papá?

- El primer contacto con mi papá fue por videollamada el mismo día que me dieron la noticia. La primera llamada fue con mi hermano, El Tano, y él se encargó de avisar a nuestros otros dos hermanos que estaban en Italia y mi papá estaba en Tucumán. Esa tarde hicimos videollamada con todos mis hermanos, que para mi fue increíble verlos todos juntos, y tras unos minutos de charla lo suman a mi papá. Me acuerdo que lo primero que me sale es decirle “hola pa” y El Tano me dice “pará boludo, le va a agarrar un infarto, cómo le vas a decir así”, fue muy gracioso. Y bueno, dos días después fue el encuentro, poder abrazarlo, preguntarle por él, por su infancia, por cómo conoció a mamá, fueron las primeras cosas que surgieron y que necesitaba saber. Él me ayuda a construir la imagen de mi mamá y mi abuela, me hace muy bien tenerlo.

¿Y cómo fue el día que recibiste el DNI con tu verdadera identidad?

- Fue muy gracioso el día que fui a hacer el DNI. A la hora de sacarme la foto no podía parar de sonreír y la persona que tenía que sacarme la foto me decía que tenía que estar serio. Tres veces tuvo que sacarme la foto porque no podía parar de sonreír de la felicidad que tenía. Una semanas después fue el turno de mis hijas, tener su verdadera identidad en el documento. Fue un momento muy emotivo, muy lindo. 

¿Cómo fue el momento que le contaste a tus hijas?

- Fue al día siguiente que me dijeron. Me fui a su casa con la carpeta que me habían dado en CONADI, y les mostré todo: los estudios que me dieron positivo, las fotos. Les dije que teníamos una familia. Lo pienso en mi mamá, la fuerza que hizo para que yo naciera y poder llevar adelante ese embarazo, compartir el poco alimento que tenían, ayudar a otras compañeras. Ese es también el mejor ejemplo que nos dejó mi mamá: incluso en las peores situaciones, priorizar al otro, es hermoso. Ese día me quebré, no pude seguir y me ayudó María, la mamá de mis hijas, para que ellas entendieran que esas lágrimas que yo largaba eran de emoción y orgullo. Llegar a la verdad y que hoy en día tengan un abuelo y tres tíos es un montón y lo disfrutamos mucho.

¿Cómo te sentís vos hoy al ver cómo se recuerda políticamente a la última dictadura?

- La verdad es que es feo. Muchas de las cosas que suceden me llevan a mi niñez, a escuchar a mis apropiadores justamente reivindicar a los dictadores, las formas, lo que pasó, justificarlos. Y ahora, que sea desde el Gobierno actual que pasen esas cosas me duele mucho, más que nada porque gran parte de la sociedad tiene ese pensamiento, no por nada han llegado al Gobierno. Lamentablemente, la única forma que hay es seguir, no bajar los brazos. Hay que trabajar en las futuras generaciones y en el presente, desde ya, para seguir sembrando consciencia. Creo que basta con ver archivos de lo que fue la última dictadura, las represiones, y compararlos con la actualidad, para ver que no hay diferencia. La brutalidad y la saña con la que atacan a las Abuelas o a quién se les ponga adelante es preocupante. Hay que seguir sembrando conciencia para que estas cosas no pasen más.