Adelaida Mangani: dirige el grupo de titiriteros más importante de Argentina, es la mamá de Vicentico y a los 83 cuenta la historia de su vida en un emocionante biodrama

La respetada actriz y titiritera que dirige al grupo de titiriteros del Teatro San Martín desde su fundación presenta su historia de vida en un emotivo biodrama dirigido por Mariana Díaz

01 de abril, 2025 | 20.56

La reconocida actriz y titiritera Adelaida Mangani (83), directora del grupo de titiriteros del Teatro San Martín, presenta la historia de su vida en Bimba, un biodrama de Mariana Díaz que puede verse en su casa teatral. El espectáculo sigue a Adelaida -sus inicios en el teatro de objetos, su gran amor, sus creaciones- y propone una estética íntima y familiar enternecedora, con música en vivo que acompaña a los coloridos personajes en escena. En diálogo con El Destape, Adelaida adelanta Bimba y se adentra en su historia de amor por los títeres, a quienes dedica su vida artística desde hace más de cuatro décadas.

¿Cómo fue la idea de llevar tu vida al teatro?

- Fue una idea que surgió un poco de la nada (risas). No se me ocurrió a mí sino a Mariana Díaz, quien dirige la obra y trabaja con nosotros en el grupo de titiriteros como asistente de dirección. En un determinado momento de estos años ella me propuso hacer un documental sobre mi vida y empezó a venir junto a un cineasta a filmarme en largas entrevistas que hicimos en mi casa. Y si bien ese proyecto se fue diluyendo, apareció en su cabeza la idea de un biodrama, me lo comentó y lo hicimos usando parte de ese material grabado, seleccionando escenas de mi vida significativas para poner sobre el escenario. 

¿Cuál fue tu reacción cuándo Mariana te ofreció poner el cuerpo en el escenario?

- Me impactó porque es algo que requiere una entrega total. Mi vida artística fue estar mucho tiempo en el escenario hasta un determinado momento, que fue cuando empecé a tomar roles de dirección y me retiré del escenario. Desde ese punto, volver a ser actriz fue un riesgo que me animé a correr… no sabía si iba a poder, pensaba que no, son pensamientos que a una, a mi edad, le pasan por la mente. Y por otro lado, es un lugar donde yo me siento completamente cómoda, entonces estaba esa contradicción entre el gran desafío que significaba correr el riesgo y el placer que me produce estar en el escenario.

Adelaida Mangani de niña.

Hablemos de tu historia con el grupo de titiriteros del Teatro San Martín.

- Este año ya van a ser 48 años del grupo. Estoy desde la fundación, es más de la mitad de mi vida. Yo tengo 83.

¿En qué contexto entrás en el mundo del teatro de títeres?

- Tengo una formación muy sólida en teatro desde muy pequeña y en un determinado momento mis caminos se cruzaron con los de Ariel Bufano, que era titiritero. Nos conocimos en el Instituto Labardén, nos enamoramos, y empezamos a trabajar juntos. Cuando empezamos a salir, nuestro amor fue un problema…

¿Por qué?

- Porque él estaba casado y yo estaba por casarme. Fue una historia de película. Durante bastantes años fuimos un amor clandestino… bah, nosotros creíamos que era clandestino pero lo sabía todo Buenos Aires y eso fue un escándalo, como te podrás imaginar. Recién en el año ‘69 nos fuimos a vivir juntos, los dos ya separados de las que eran nuestras parejas.

Adelaida Mangani y Ariel Bufano.

¿Qué fue lo primero que te impactó de los títeres?

- Lo primero y lo más fuerte fue el proceso de todo lo que le sucede a un actor cuando comienza a expresarse a través de un títere. El títere te da la posibilidad de una libertad que es ilimitada, porque yo como actriz tengo un cuerpo con limitaciones pero como titiritera puedo hacer todo lo que se me antoje: si quiero matar a mi contrincante, lo puedo matar; si quiero ser un pájaro que sale volando, lo puedo hacer; si quiero ser Julieta de 14 años, lo puedo ser. Cuando un actor experimenta esa libertad interpretativa ilimitada no se quiere bajar jamás de ahí. Esa libertad es fascinante.

Yo no elegí a los títeres, ellos me eligieron a mí. En los ‘70, para cuando empecé a meterme en este arte, no existían lugares para la formación y ni que hablar un corpus pedagógico como hay ahora, una aprendía al lado de un maestro. El primer espectáculo de títeres que montamos con Ariel fue en 1974, La lágrima de María. La estrenamos en San Telmo y tuvo mucho éxito. 

¿De qué trataba La lágrima de María?

- La obra cuenta la historia de un sabio que tiene la fantasía de dominar el mundo y para ello está preparando una bomba que tiene muchos componentes, entre los que figura la lágrima de una mujer enamorada. El espectáculo está protagonizado por la pareja de títeres de guante característica de Argentina, que es la de Juancito y María. En el transcurso de la obra el sabio detecta en sus aparatos que hay una mujer enamorada que es María, logra secuestrarla para sacarle una lágrima y Juancito la tiene que ir a rescatar. La obra termina con una explosión y con Juancito y María reconstruyendo el mundo con el amor.

"Con los titiriteros del Teatro San Martín no menospreciamos a los niños porque no son estúpidos"

Pienso en títeres de los ‘60 y los ‘70 y se me vienen a la cabeza Los Muppets, de Jim Henson, que tenían contenido para chicos y para adultos, pero ¿cuál es el origen del teatro de títeres?

- El origen del teatro de títeres y objetos no tiene nada que ver con los niños. Los orígenes más antiguos están en la India, en Japón, en la China, 4000, 5000 años antes de Cristo, y en algunos casos son títeres de sombras (en la India). Las obras que se representan siguen historias sobre la mitología de los países y lo religioso. Japón fue la creadora de la técnica llamada Bunraku,  que representa al títere antropomórfico, que es movido por tres titiriteros y que es personaje en obras para adultos que, en general, tienen que ver con las tradiciones regionales. Los temas del teatro de títeres siempre están abordados desde un lugar soez… son re guarangos, bien populares, son violentos. Esto es la historia del teatro de títeres, pero en un momento de Argentina se empieza a instalar al títere como algo para niños y eso fue el principio de una transformación total del género de la que es muy difícil salir, porque los espectáculos pasan a ser algo muy escolar… de pronto, los títeres empiezan a enseñar el abecedario.

- Como en Plaza Sésamo.

Sí… y es muy difícil salir de ese formato. La gente asocia el teatro de títeres con, justamente, Plaza Sésamo. Hay gente que no se entera que con el grupo de titiriteros del Teatro San Martín hacemos espectáculos para adultos y estos no tienen la misma respuesta masiva que los que hacemos para todo público. Por eso, en los espectáculos para todo público vamos a los clásicos o buscamos repertorios que sean interesantes para todo el mundo. Con el grupo estamos totalmente en contra y luchamos contra los espectáculos que transforman a los niños en una especie de espectador al cual hay que llevar a instancias de “cantemos todos juntos”. No los menospreciamos porque no son tontos ni estúpidos, y merecen una experiencia estética-escénica de calidad. El año pasado hicimos una obra de Ramón del Valle Inclán (La cabeza del dragón), pero también hemos hecho Shakespeare, García Lorca y autores nuestros que adaptan novelas y cuentos.

¿Tenés algún títere favorito?

- No es que tenga títeres favoritos, pero hay algunos que se han construido para espectáculos que hice que son verdaderamente preciosos… y me los llevé a mi casa (risas). 

¿Cuál es el proceso de creación de un títere?

- En el grupo de titiriteros, que ya es un grupo que está profesionalizado en el Teatro San Martín, el proceso es así: en principio, hay un director o directora que imagina una puesta con una determinada técnica que puede ser títere de guante, marionetas de hilo, varilla, piernas prestadas o títeres de mesa como los que hay en Bimba. El director lo imagina y lo plantea, y luego trabaja con el escenógrafo y diseñador de los títeres, de acuerdo a la técnica que pide, y después con las realizadoras del elenco, que son las que hacen el objeto. Cuando esos objetos se hacían en el Teatro San Martín, como fue durante mucho tiempo, participaba utilería, escultura, pintura, peluquería y sastrería. 

Una de las cosas más tiernas que tiene Bimba es que trabajás con uno de tus nietos en escena…

- ¡Sí, Jano! Es baterista. Yo tengo una relación muy linda con mis nietos pero con Jano, que es el hijo de mi hija, tuve más contacto cuando era chiquito y durante un montón de años nos veíamos todos los lunes, entonces hay un vínculo muy estrecho.

Adelaida y su nieto Jano (Captura: Instagram de Adelaida Mangani).

¿Tu hijo Vicentico ya vio la obra?

- Sí, la vio junto a Valeria (Bertuccelli), su mujer, y se emocionaron un montón. En la obra cuento cuando Gabriel, cuando era jovencito, me dijo que había un tipo que quería producir su banda porque le interesaba lo que hacían con Los Fabulosos Cadillacs. Cuando fui al recital en el que presentó su primer disco no sabía que él cantaba. Se levantó el telón, lo vi en el escenario y me llevé una increíble sorpresa.

¿Y qué te pasa con la fama de tu hijo?

- Ahora ya no me pasa nada, pero antes lo que más me impactaba era que en una época los temas de Los Fabulosos sonaban en todos lados. Era algo de no creer. Me encanta que Gabriel tenga tanta fama y que sea una estrella, eso me pareció siempre maravilloso y me alera, pero también es cierto que Gabriel, en ese sentido, es una persona de una naturalidad y de una humildad increíbles. Y eso que Los Fabulosos tuvieron un período breve en el que estuvieron bastante creídos… pero Gabriel siempre fue un pibe muy tranquilo.

Lo que se viene en el 2025 para los títeres del San Martín: autores argentinos y una gema de Ray Bradbury 

¿Qué obras de títeres está preparando el grupo de titiriteros del Teatro San Martín para el 2025?

- Estamos con dos propuestas: Analía Fedra García va a dirigir Alejandra y los mundos, que es una adaptación de unos cuentos para niños de la poeta María Granata, y Ana Alvarado en la dirección de El vestido, una obra basada en un cuento de María Teresa Andruetto. Y hay una propuesta más, del grupo de titiriteros, que se llama Todos los veranos en un día y es una adaptación de Bruno Gianatelli de un cuento de Ray Bradbury que cuenta la historia de una niña que viaja con su mamá al planeta Venus, donde ya hay una comunidad humana, pero allí el Sol sale una vez cada 7 años. Entonces, la nena llega con la experiencia de vivir en la Tierra y se cruza con niños que están esperando que llegue el día en que sale el Sol.

¿El Sol es una metáfora para hablar de la esperanza?

- Sí.

Es un metamensaje muy político…

- Tal cual. Esa es la idea.

Bimba puede verse de jueves a domingos a las 20.30 horas en la sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín (Avenida Corrientes 1530, CABA). Entradas en venta en Entradas BA y en boletería del teatro.

Adelaida Mangani en Bimba. (Crédito de foto: Carlos Furman).