Estilista venezolano relata "encuentro con la tortura y la muerte" durante detención en El Salvador

23 de julio, 2025 | 16.49

Un estilista que se convirtió en el rostro de más de 250 migrantes venezolanos deportados por Estados Unidos a la prisión más infame de El Salvador regresó a casa con su familia tras lo que describió el miércoles como "un encuentro con la tortura y la muerte".

Andry Hernández, de 32 años, y los otros detenidos volvieron a Venezuela el viernes como parte de un intercambio de prisioneros, tras pasar cuatro meses en la prisión salvadoreña CECOT, donde, según ellos y el Gobierno venezolano, fueron golpeados, baleados con proyectiles de goma, recluidos en celdas oscuras y con comida en mal estado.

"Muchos de nuestros compañeros tienen heridas por el rolo (porra), tienen costillas fracturadas, tienen dedos de manos y de los pies fracturados, tienen marcadas las esposas; otros tienen marcas en sus pechos, en su rostro (...) de los proyectiles" de goma, dijo Hernández, de 32 años, a periodistas en su casa en Capacho, cerca de la frontera con Colombia.

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, invocó la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 para deportar a los hombres, a quienes su gobierno acusa de pertenecer a la pandilla Tren de Aragua, sin los procedimientos migratorios habituales.

Las deportaciones desencadenaron una batalla legal liderada por grupos de derechos civiles. Familiares y abogados de muchos de los hombres han negado tener vínculos con pandillas.

Hernández, detenido en la frontera entre Estados Unidos y México durante el gobierno de Biden, tenía un caso de asilo activo cuando fue deportado a CECOT.

Los abogados que lo representan en Estados Unidos han expresado su preocupación ante el riesgo que correría en Venezuela Hernández, quien es gay, debido a los que grupos de LGBTQ+ han denunciado como una persecución por parte de las autoridades.

Estados Unidos alegó su pertenencia al Tren de Aragua basándose en sus tatuajes: coronas en las muñecas que dicen "mamá" y "papá".

Los padres de Hernández, Felipe Hernández y Alexis Romero, habían estado esperando ansiosamente su regreso desde el martes, cuando los llamó para informarles que llegaba desde Caracas, a unos 820 kilómetros de distancia.

"Nunca estuve solo, desde el día uno hubo muchas personas que se preocuparon por mi", dijo Hernández al ver a sus padres y a su hermano, conmovido al saber que amigos y familiares realizaron vigilias por su retorno. "Me llena de mucha paz, de mucho confort, de mucha tranquilidad".

Con información de Reuters