America primero, Argentina último

La visita exprés del secretario del Tesoro de EE.UU. dejó gestos políticos pero ningún anuncio económico concreto; en la sombra, se consolidan acuerdos que condicionan la política exterior y la soberanía económica argentina.

16 de abril, 2025 | 00.05

O bien el secretario del Tesoro norteamericano interrumpió la gestiones de la guerra comercial con China sólo para sacarse una foto con Javier Milei o debajo de la superficie están pasando más cosas que no se anuncian en la agenda oficial. Scott Bessent llegó a Buenos Aires, se reunió con empresarios, estuvo en el ministerio de Economía y en la Casa Rosada, donde grabó un mensaje con Milei.

Más tarde dio una nota donde manifestó “el pleno apoyo de Estados Unidos a las audaces políticas económicas de Milei” y dejó claro que la línea roja en este momento es la relación con China. El presidente argentino ofició con prestancia de guardaparques del patio trasero. No recibió a cambio fondos ni la promesa de fondos. “Eso no está en consideración”, descartó Bessent.

Sin embargo, el secretismo alrededor de un viaje sin dudas llamativo abonó especulaciones, que estuvieron, durante todo el día, bien regadas por rumores. Algunos de ellos, no todos, reflejan con bastante fidelidad lo que está sucediendo. El Destape lo contó hace diez días: existe una línea de diálogo abierta entre la Casa Blanca y la Casa Rosada que negoció en paralelo al acuerdo con el FMI.

A través de esa línea se pactaron algunas condiciones que figuran en la letra chica del programa con el Fondo y otras que no. Entre las cosas que comprometió la Argentina (y ya comenzó a cumplir) hay privatizaciones, reformas estructurales, desregulaciones, acceso privilegiado a recursos estratégicos y hasta cambios en áreas clave del gabinete para poner a funcionarios de confianza de la Embajada.

Como regalo de bienvenida el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció ayer la implementación de una medida que pidió explícitamente Washington: habilitarán la importación de bienes de capital usados. No sólo implica competencia para industrias nacionales y nos condena al retraso tecnológico, es una decisión difícil de entender en un país que tiene ociosa la mitad de su capacidad instalada.

La condición más importante sin embargo es el encolumnamiento total en materia de política exterior, lo que implica un alejamiento de China pero también una ruptura del Mercosur, temas que se hablaron ayer por la tarde en el despacho presidencial con la llamativa ausencia del canciller Gerardo Werthein. Estados Unidos ve a Sudamérica como territorio en disputa y la Argentina será su base de operaciones.

“Lo que intentamos evitar es lo que ha ocurrido en el continente africano, donde China ha firmado varios acuerdos rapaces que se presentan como ayuda, donde se han apropiado de derechos mineros y han añadido enormes cantidades de deuda a los balances de estos países”, dijo Bessent en una entrevista. La descripción le cuadra perfectamente a los préstamos del Fondo Monetario Internacional.

Las exigencias de Estados Unidos no se limitan a la cancelación del swap. También espera que la Argentina prohiba la utilización de tecnología china para la red de 5G y bloquear la participación de ese país en desarrollos en materia nuclear y en el acceso a ciertos recursos minerales. Incluso la base espacial que opera en la Patagonia está bajo la lupa norteamericana.

No puede descartarse que en la visita de Bessent se haya hablado de la posibilidad de avanzar con una dolarización, como se anticipó en este espacio. Fue el propio Milei quien volvió a sacar el tema en una entrevista por la noche: “La dolarización es como una pizza: está la de jamón y muzzarella, la de muzzarella, la primavera que tiene ananá, la que tiene peperonis… podés hacerla de distintas maneras”.