Dónde descansan los restos de Eva Perón: ubicación y lugar del cementerio

El paradero del cuerpo de Evita durante 20 años es una historia siniestra de secuestro, mutilación y obsesión militar. La "Abanderada de los humildes" terminó en un sarcófago blindado del cementerio más exclusivo de Buenos Aires. Los detalles, en esta nota.

18 de noviembre, 2025 | 12.11

La figura de María Eva Duarte de Perón, conocida universalmente como Evita, trasciende la política para instalarse de lleno en el mito. Su vida, inspiración de uno de los musicales más famosos de la historia, terminó aquel 26 de julio de 1952, lo que dejó un vacío que fue cubierto con un luto multitudinario y un velatorio de dos semanas, donde dos millones de personas despidieron a la "Abanderada de los humildes".

Lo que vino después fue una odisea de más de dos décadas con tintes de thriller político y terror, un calvario que vivió su cuerpo meticulosamente conservado por el anatomista español Pedro Ara. De esa manera, Evita pasó de ser un símbolo de amor popular a un trofeo en una guerra secreta de la dictadura, que buscaba hacerla desaparecer. Este relato, que la plataforma Disney+ trajo de vuelta con la serie sobre el libro Santa Evita de Tomás Eloy Martínez, es la clave para entender por qué sus restos terminaron donde nadie esperaría.

Un plan macabro

El fin del descanso de Evita llegó en 1955, cuando la autodenominada "Revolución Libertadora" derrocó a Juan Domingo Perón y proscribió al peronismo. Los militares golpistas entendieron el inmenso poder simbólico del cuerpo que yacía en el segundo piso de la Confederación General del Trabajo (CGT), y decidieron que debía desaparecer.

Los restos y cuerpo de Eva Perón.

Antes de "hacerla desaparecer", una comisión de médicos notables designada por el régimen verificó su identidad. El resultado fue escalofriante: para la confirmación, le extrajeron un pedazo de tejido de la oreja izquierda y le cortaron un dedo para la huella digital.

Luego, el presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu encargó al teniente coronel Carlos Moori Köenig, jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), el secuestro y "cristiana sepultura" clandestina, según relata el historiador Felipe Pigna.

Un viaje secreto a Europa

Moori Köenig desobedeció la orden de Aramburu y comenzó un derrotero secreto por Buenos Aires, al mover el cuerpo en un cajón sin identificación, una táctica que la naciente resistencia peronista contrarrestaba dejando flores de "no me olvides" donde se lo escondía. El nerviosismo del secuestrador, exacerbado por una obsesión enfermiza con el cadáver, provocó una tragedia: un subalterno, creyendo que comandos peronistas venían por el cuerpo, mató a tiros a su esposa embarazada en medio de un ataque de paranoia.

La tumba de Eva Perón, en el cementerio de Recoleta.

Este caos obligó a Aramburu a remover a Moori Köenig y nombrar al teniente coronel Héctor Cabanillas, quien ejecutó la "Operación Evasión". La única solución fue sacar el cuerpo del país.

El traslado a Italia en 1957 ocurrió, como reveló Cabanillas, a partir de la "activa y muy especial intervención de la Iglesia". Un delegado de su Santidad compró una tumba y gestionó los papeles para el arribo.

El cuerpo fue trasladado en barco a Génova bajo la identidad falsa de una viuda italiana fallecida en Argentina: María Maggi de Magistris. Finalmente, el ataúd fue inhumado secretamente en el Cimitero Maggiore de Milán, donde permaneció 14 años bajo una lápida falsa.

La bóveda de la Recoleta

El regreso de Evita a la Argentina fue parte de la compleja negociación política entre el general Alejandro Lanusse y Perón en el exilio. Sin embargo, no volvió hasta 1974, en un macabro intercambio: el gobierno de Isabel Perón aceptó repatriar los restos a cambio de la devolución del cadáver secuestrado de su secuestrador, Aramburu, sustraído del cementerio de la Recoleta por Montoneros.

Eva Perón, sonriendo.

El cuerpo, que Perón fotografió en Madrid con 35 lesiones distintas, fue exhibido junto a su marido en la residencia de Olivos, pero la idea del "Altar de la Patria" de Isabel Perón nunca se concretó. Con el golpe militar de 1976, el nuevo gobierno de facto decidió terminar con el símbolo: entregó los restos a la familia Duarte, quienes la sepultaron bajo estrictas medidas de seguridad.

La "Abanderada de los Humildes" y Jefa Espiritual de la Nación descansa en la bóveda de la familia Duarte en el Cementerio de la Recoleta, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. De esa manera, la mujer que desafió a la oligarquía porteña terminó, bajo un sarcófago blindado por razones de seguridad, en el cementerio históricamente más caro y exclusivo del país, convirtiéndose hasta hoy en la tumba más visitada.