Dos sensacionales hallazgos en San Juan y La Rioja iluminan el inicio de la era de los dinosaurios

Un equipo descubrió un herbívoro temprano en la Quebrada de Santo Domingo, La Rioja, a 3000 metros de altura, y otro, un carnívoro en Ischigualasto, ambos de aproximadamente 230 millones de años de antigüedad.

15 de octubre, 2025 | 12.00

Corría marzo de 2018 cuando un pequeño grupo de jóvenes paleontólogos recorría la Quebrada de Santo Domingo, a alrededor de 3000 metros sobre el nivel del mar, en la precordillera riojana. El líder del equipo, Martín Hechenleitner, investigador del Conicet en el Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja (Crilar), había estudiado dinosaurios saurópodos (herbívoros de cuello largo) del período Cretácico (el final del era de los dinosaurios), para su tesis doctoral. Unos años más tarde, investigando muchas veces con fondos propios por la falta de financiación, aceptó la invitación de colegas que estaban trabajando en el Parque Talampaya. Pero como sabía que en la quebrada afloraban rocas de una antigüedad que podían guardar fósiles interesantes, les propuso ampliar la mirada y explorar la posibilidad de que hubieran restos del Triásico (época en la que surgieron los primeros dinosaurios).  

Un individuo adulto de Huayracursor jaguensis tenía una longitud aproximada de dos metros y un peso promedio de dieciocho kilogramos. (Martín Hechenleitner y Malena Juarez)

Su intuición tuvo premio: en la primera semana de una campaña de 15 días, encontraron numerosos huesos del Punatitan coughlini, de unos 70 millones de años de antigüedad. “Eso me dio tranquilidad como para intentar ver si aparecía algo contundente en las rocas Triásicas –cuenta Hechenleitner, primer autor del trabajo que, por su relevancia, se publica hoy en Nature–. Habíamos encontrado unas astillitas, pedacitos que no sabíamos bien a qué período correspondían cuando, en la segunda semana, dimos con el esqueleto casi completo de un dinosaurio de cuello largo que vivió hace unos 230 millones de años, cuando aparecían los primeros dinos”.

Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

El Anteavis, abajo a la derecha (reconstrucción artística de Jorge Blanco)

Lo bautizaron Huayracursor jagüensis (“Huayra” es viento en quechua y “cursor”, caminante o corredor; “jagüensis” se refiere a la localidad más cercana al descubrimiento, un pueblito de arrieros que quedó en el olvido cuando dejaron de cruzar a Chile con el ganado). Data de un momento en la evolución de la vida en la que los ecosistemas terrestres sufrieron grandes transformaciones, y aparecieron precisamente los primeros dinosaurios y los ancestros de los mamíferos.

No muy lejos de allí, en la provincia vecina de San Juan, más precisamente en Ischigualasto, otro equipo de paleontólogos argentinos había descubierto unos años antes un ejemplar de similar antigüedad, pero carnívoro (terópodo), el Anteavis crurilongus (“Anteavis”, antes de las aves; “crurilongus”, de piernas largas, aluden a un animal ágil y predador). Por una singular coincidencia, el hallazgo acaba de publicarse hace horas en Nature ecology & evolution.

Ambos hallazgos iluminan la diversificación inicial de los grandes reptiles que más tarde llegarían a dominar el planeta hasta su abrupta desaparición hace unos 65 millones de años. 

 

“Dos trabajos científicos que describen sendos individuos de aproximadamente 230 millones de años vuelven a poner sobre el tapete la importancia que tiene la Argentina para comprender la temprana historia de los dinosaurios, su origen y los primeros pasos en su diversificación”, opina Fernando Novas, investigador del Conicet en la Fundación Félix de Azara y maestro de varias generaciones de paleontólogos, que no participó en estos trabajos.

Huayracursor es un sauropodomorfo primitivo, linaje muy exitoso de dinosaurios herbívoros que incluye a los gigantes de cuello largo como Argentinosaurus y Patagotitan. Sus “parientes” vivieron durante la misma época en lo que hoy es el Estado de Rio Grande do Sul, en Brasil. Presenta dos rasgos novedosos: un cuello considerablemente más largo y un tamaño más grande que la mayoría de sus contemporáneos. Por la cantidad de restos fósiles que se encontraron, su cráneo casi completo, una serie vertebral  hasta la cola, y también extremidades anteriores y posteriores, Hechenleitner cree que se convertirá en una referencia para estudiar la evolución temprana de los sauropodomorfos y de los dinosaurios en general.

Huesos fósiles de Huayracursor jaguensis, un dinosaurio de cuello largo que vivió hace aproximadamente unos 230 millones de años. (Gentileza del equipo de investigación)

Los científicos estiman que debía medir unos 70 centímetros de alto y unos dos metros de largo, y pesaría unos 18 kilos. Malena Juárez, becaria doctoral del Conicet en el Crilar y una de las autoras del artículo, trabaja en este momento en su descripción detallada y sus relaciones con otros dinosaurios de Sudamérica, África e India como parte de su tesis doctoral. “Tiene un tamaño de casi el doble del de parientes cercanos encontrados en el país, como, por ejemplo, el Eoraptor lunensis, célebre dinosaurio primitivo encontrado en Ischigualasto, San Juan”, explica en un comunicado del Conicet.

El Anteavis crurilongus era un animalito también de alrededor de un metro y medio o dos, pero nosotros le calculamos un peso bastante menor, porque los terópodos son más ágiles –cuenta Martín Ezcurra, investigador del Conicet en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia (MACN), coautor del trabajo que lo describe–. Tiene muchas características que antes pensábamos que se encontraban en carnívoros mucho más avanzados. De hecho, son bastante conocidos en el hemisferio Norte de rocas más jóvenes que las de Ischigualasto. Y ahora, por primera vez, las encontramos en los primeros dinosaurios.  Esto nos muestra que en el inicio de la evolución de los dinosaurios ya se había producido una diversidad morfológica mucho mayor de lo que creíamos. Incluso en ese momento tenemos los tres linajes de los dinosaurios: Sauropodomorfos [herbívoros de cuello largo], Terópodos [principalmente carnívoros bípedos] y Ornistiquios [grupo muy variado de herbívoros que se dividió en varios subgrupos, como los acorazados de cuatro patas, los de cabeza en forma de cúpula, los de cuernos y los de pico de pato]. Por lo menos en cuanto a los Terópodos y los Sauropodomorfos tenemos registros muy claros y muestran que ya se había producido una evolución de los más conocidos”. 

Lucas Fiorelli (CRILAR-CONICET), Agustín Martinelli (MACN-CONICET), Léa Leuzinger y Martín Hechenleitner (CRILAR-CONICET) excavando los fósiles de Huayracursor jaguensis. (Gentileza del equipo de investigación).

El hallazgo en la precordillera riojana se produjo al cabo de una jornada de trabajo muy arduo. “Habíamos estado todo el día caminando en un escenario muy difícil, donde por la falta el oxígeno el trabajo se hace realmente agotador –cuenta Hechenleitner–. Agustín Martinelli, colega del MACN, encontró unas falanges del pie sueltas a unos 30 o 40 metros de altura de una ladera, o sea que el fósil podía estar prácticamente en cualquier lado. Me dijo que iba a ver de dónde habían salido, pero a mí me parecía imposible, así que me fui para otro lado. Él se quedó ahí con la palita, con mucha paciencia, buscó y buscó, y un par de horas después me grita que había encontrado algo. Al llegar, veo que había empezado a destapar una de las patitas. Después, apareció la otra, que estaba toda articulada, la cadera, unas vértebras, y ya ahí nos convencimos de que era un ejemplar casi completo”. Al otro día, y después de preparar el bochón, pudieron extraerlo. 

“Es extraordinario lo completo que está –se entusiasma Hechenleitner–. E incluso nos llevamos la sorpresa, cuando le hicimos una tomografía en el Hospital de la Madre y el Niño de la provincia, que al lado de este individuo que describimos, aparecía el cuello y buena parte del esqueleto de otro. En 2019, volvimos a excavar en el sitio con tanta suerte que apareció un tercer individuo, que está probablemente más completo que el que estamos publicando ahora. Lo estamos preparando, por eso todavía no lo incluimos en la publicación, pero está muy lindo, muy completo. Malena Juárez, que está trabajando conmigo desde hace un par de años en el Crilar, se va a dedicar a estudiar en detalle los tres especímenes, y podrá hacer una comparación exhaustiva porque tiene tres individuos muy bien preservados, algo muy inusual”. 

Los científicos con los bochones que guardan los fósiles

Además de los animales, los científicos que exploraron la quebrada de Santo Domingo encontraron restos de helechos arborescentes que podían llegar a alcanzar los 40 metros de alto y de Equicetum (un arbusto también conocido como cola de caballo), lo que sugiere que la zona, hoy muy árida, no lo era tanto en aquellas épocas. 

La importancia de este descubrimiento es que echa luz sobre el comienzo de la historia de los grandes reptiles y permite constatar que las características fundamentales para la evolución de los dinosaurios de cuello largo ya estaban presentes prácticamente desde su aparición. “Todavía no entendemos qué pasó previamente. Lo que ahora sabemos es que el incremento del tamaño corporal y el alargamiento en el cuello empezó mucho antes de lo que pensábamos. Cada vez se hace más evidente que estos cambios aparecieron y se estabilizaron muy rápido”, destaca Hechenleitner.

Martín Hechenleitner (CRILAR-CONICET) preparando el esqueleto de Huayracursor jaguensis para su análisis

Por su parte, Ezcurra puntualiza que en el trabajo del Anteavis, cuyo primer autor es Ricardo Martínez, no solo dan a conocer esta nueva especie, sino que hacen una reinterpretación de toda la fauna del Valle de la Luna, que se empezó a estudiar sistemáticamente en los ochenta y de la que ya se reunieron literalmente miles de ejemplares.

De hecho, es el único lugar del mundo en donde tenemos la secuencia completa de dinosaurios desde el comienzo, hace más o menos 220 millones de años –subraya Ezcurra–. Y lo que nos muestra esta cantidad de fósiles es que al principio eran muy abundantes las formas de menos de 30 kg. Representaban el 70% de las especies. El clima era más bien seco, pero a medida que vamos avanzando en el tiempo y se va haciendo más húmedo, se va produciendo una disminución de los dinosaurios hasta que, cuando vuelven las condiciones de sequedad, se recupera la abundancia, pero ahora ya cumpliendo un rol ecológico diferente con las formas de mayor tamaño como dominantes”. 

Agustín Martinelli (MACN-CONICET) preparando el esqueleto de Huayracursor jaguensis para su análisis. (Gentileza del equipo de investigación).

“En un trabajo, los científicos del Museo de Ciencias Naturales de San Juan, encabezados por Ricardo Martínez, describen un dinosaurio depredador de aproximadamente un metro veinte, un metro treinta de largo, descubierto en el Valle de la Luna, en rocas de 230 millones de años –explica Novas–. Y un día después, otro grupo de investigadores, liderados por Martín Hechenleitner, vienen a sorprender con un descubrimiento en rocas de una edad prácticamente idéntica a la de la formación Ichigualasto, pero en la quebrada de Santo Domingo, en La Rioja. Si bien La Rioja es una provincia argentina muy importante en el descubrimiento de fósiles, de dinosaurios del periodo Triásico, el primer capítulo en que se divide la era de los dinosaurios, este hallazgo está mostrando los primeros pasos de la evolución de los dinosaurios y viene a abrir un nuevo yacimiento. Es algo que nadie se esperaba, que en el corazón de la provincia de La Rioja también afloraran rocas de edad similar a la de la Formación Ichigualasto. En suma, científicos argentinos presentan dos nuevos tipos de dinosaurios: uno que se llama Anteavis, en la línea que daría origen a los dinosaurios carnívoros (y a fin de cuentas, a lo largo de millones de años, a las aves), y por otro lado, un dinosaurio herbívoro, el Huayracursor, con un cuerpo de un tamaño comparable. Son hallazgos fascinantes, y para nosotros, paleontólogos, más que bienvenidos, porque no solamente ilustran esos primeros pasos de la evolución de los dinosaurios, sino también la importancia de nuestro país en la comprensión de estos temas, porque somos los que tenemos los dinosaurios más antiguos del mundo y sus inmediatos antepasados. Además, ahora en La Rioja se abre la posibilidad de explorar un nuevo yacimiento, que es el de Santo Domingo. Todas excelentes noticias para los paleontólogos”. 

Dos logros casi simultáneos que deslumbran. Concluye Hechenleitner: “Recibir el visto bueno de los revisores fue una emoción total. No lo podía creer, nunca pensé que iba a publicar en una revista así”.