La espermidina, un compuesto natural que se encuentra en alimentos comunes, podría ser un aliado potente para extender la vida y mejorar la salud sin necesidad de recurrir a suplementos costosos. Así lo aseguró Gary Brecka en el podcast Ultimate Human Podcast, donde destacó que “la espermidina podría ser la clave para vivir más y mejor, sin depender de suplementos costosos”.
Esta poliamina, presente en todas las células humanas, desempeña un papel fundamental en la estabilidad del ADN y en la regeneración celular. Con el paso del tiempo, sus niveles disminuyen, lo que puede acelerar el envejecimiento y favorecer la aparición de enfermedades crónicas. Brecka explicó que “la falta de espermidina acelera el envejecimiento y facilita la aparición de enfermedades crónicas”.
¿Para que sirve la espermidina?
Las investigaciones científicas respaldan estas afirmaciones. Por ejemplo, un estudio italiano que comenzó en la década de 1990 siguió a 829 personas durante veinte años y constató que quienes consumían mayor cantidad de espermidina presentaron un 40% menos de mortalidad por todas las causas comparado con quienes la consumían en menor cantidad. Otro análisis realizado sobre la cohorte Sapphire, con 1.770 participantes, confirmó que incluso ajustando variables como educación, ingresos y hábitos, el consumo elevado de espermidina se relacionaba con una mayor longevidad.
Además, la espermidina activa la vía TAU, un mecanismo interno que regula el crecimiento, la reparación y el saneamiento celular. Según Brecka, “la vía TAU puede considerarse un mecanismo interno de limpieza y reparación, que mantiene el cuerpo funcionando de manera óptima”.
El problema es que la producción natural de espermidina y su ingesta a través de la dieta han disminuido en las últimas décadas, especialmente en países con dietas modernas saturadas de alimentos ultraprocesados. Brecka advirtió que “el deterioro del microbioma y la comida ultraprocesada nos privan de nutrientes esenciales justo cuando más los necesitamos”.
Por suerte, es posible aumentar el consumo de espermidina con alimentos accesibles y cotidianos. Entre los más ricos se encuentran los champiñones, especialmente los shiitake, además de granos enteros como el germen de trigo, salvado de arroz y avena. También aportan legumbres como la soja y vegetales verdes como el brócoli y las judías verdes. Los alimentos fermentados, como el kimchi y el chucrut, ayudan a potenciar la producción interna de espermidina al mejorar la flora intestinal.
Para alcanzar los beneficios observados en los estudios, se recomienda un consumo diario de entre 12 y 18 miligramos de espermidina, lo que equivale aproximadamente a una taza de champiñones cocidos o dos cucharadas de germen de trigo. Brecka destacó que el cuerpo puede absorber hasta un 80% de la espermidina que se obtiene a través de la alimentación, subrayando que “incorporar alimentos ricos en espermidina de manera regular hace una diferencia medible en los marcadores de salud”.
Si bien existen suplementos de espermidina en el mercado, la evidencia científica todavía no confirma que igualen los efectos beneficiosos que aporta la dieta natural. Por ahora, la recomendación se centra en hacer pequeños ajustes alimenticios para sumar este nutriente de forma sencilla y económica.
En definitiva, la espermidina se presenta como una oportunidad real para quienes buscan mejorar su calidad y duración de vida sin gastar mucho ni modificar radicalmente sus hábitos. Como dijo Brecka, “no hace falta cambiar toda la dieta: basta con sumar champiñones o germen de trigo para notar mejoras”.