Un argentino que ocupa una posición de lo más influyente en Wall Street atiende el teléfono desde el norte del mundo. Javier Milei acaba de comerse una paliza tan inolvidable como inesperada. Ni los encuestadores que trabajan para la Casa Rosada ni la dirigencia del peronismo pudo anticipar la magnitud de la derrota de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires. El financista fue uno de los primeros en recomendar a sus clientes que lo mejor era tomar distancia de la Argentina libertaria. También anunció, después del acuerdo con el FMI, que no iba a haber más plata para el gobierno de extrema derecha. Ahora lo ratifica. “No hay un mango más afortunadamente para mi país”, dice. El razonamiento es claro: el experimento de Milei acaba de chocar y no tiene sentido seguir apostando en un proyecto inviable. Unas horas después, como todos los análisis lo preveían, el riesgo país vuelve a escalar arriba de 1100 puntos, el nivel más alto en 11 meses. “No hay política, no veo plan B. Hubo una gran irresponsabilidad del Círculo Rojo en apoyar todo este proceso”, agrega. Hoy la interna entre las distintas alas de la Casa Rosada es salvaje y la mesa que Manuel Adorni anunció como novedad es apenas una manera de mediar en el enfrentamiento que Santiago Caputo libra con Karina Milei y el clan Menem. Lo principal, sin embargo, es que el plan económico de Milei tenía un solo objetivo -ganar las elecciones- y acaba de fracasar en una primera, tal vez decisiva, instancia. El presidente está encerrado y no logra salir del laberinto en que se metió.